miércoles, 30 de noviembre de 2011

Aparecida… desaparecida en Sucumbíos

Más equívocos de Isamis sobre el Documento de Aparecida

En Isamis se nos hablaba del Documento de Aparecida, pero, a decir verdad, poco se lo aplicaba. Más bien se utilizaban de ese magisterio como escudo para decirnos que lo ponían en práctica y que estaban perfectamente inseridos en la “misión continental” propuesta por los Obispos latinoamericanos. No parece ser así, a no ser, y este punto es importante, desde una re-lectura selectiva y re-significada. Una cosa es Aparecida en sí, otra es cómo queremos que sea… Una cosa es la óptica eclesial de Aparecida, otra cosa es la óptica original de Isamis. Sino, veamos:

Para el buen desarrollo del llamado método teológico pastoral “Ver, juzgar y actuar” el Documento de Aparecida pone los siguientes presupuestos en el numeral 19: “Este método implica contemplar a Dios con los ojos de la fe a través de la palabra revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de la providencia, la juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación del reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el Cielo. (…) La adhesión creyente, gozosa y confiada en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo y la inserción eclesial, son presupuestos indispensables que garantizan la eficacia de este método” (el subrayado es nuestro).

¿Qué se constata? Que en Isamis poco o nada de contemplar a Dios con los ojos de la fe, poco o nada de contacto vivificante de los Sacramentos, poco o nada de labor hecha desde la Iglesia Cuerpo Místico de Cristo (más bien “desde los pobres” nos explicó una vez el Padre Pinos por la tele), poco o nada de que el reino de Dios fructifica plenamente en el Cielo, poco o nada de “reino de Dios” (más bien “del reino” a secas), poco o nada de inserción eclesial. Parece que ellos vieron, juzgaron y actuaron según otros criterios.

Ejemplo: el caso de los laicos. Sobre los laicos -que muchas veces en Aparecida se los nombra sencillamente como “los fieles” o “pueblo de Dios”- hay que decir, en primer lugar, que su papel ha sido promocionado en la Iglesia especialmente desde el Concilio Vaticano II. De modo especial se subrayó en el Concilio el llamado universal a la santidad que antes se imaginaba como más propio a religiosos o consagrados. La santidad es para todos. Por lo tanto para los laicos y plenamente.

El Documento de Aparecida toma como base de su proyecto evangelizador o como masa de maniobra a los “discípulos y misioneros de Jesucristo”, sean ellos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos o laicos (claro que la inmensísima mayoría de los católicos pertenece al estado laical). Todos, cada cual en su labor y con su carisma específico, están tomados en cuenta. Por lo tanto no debemos imaginar que Aparecida propone una especie de “opción preferencial por los laicos”. En este punto, la opción es por los discípulos y misioneros de Jesucristo.

Aparecida habla sobre los pobres, la familia, la cultura, la vida, la comunión, sobre muchas otras realidades en que los laicos son necesariamente los protagonistas; no hay novedad en esto, pues  en esos dominios los laicos ya lo eran antes y desde siempre. Eso sí, Aparecida estimula y compromete fuertemente a los laicos (y laicas...) en la misión evangelizadora de la Iglesia. Esto es capital y veremos cómo lo hace.

Aclaramos antes que no vamos a caer en la manía practicada en Isamis de al hablar de los laicos “in genere”, evocar necesariamente al género femenino (los/as y la arroba) como si el no citarlas sería discriminarlas; Aparecida tampoco practica esa redundancia cada vez. Es evidente que hablando de “los laicos”, están considerados a la vez ellas y ellos ¿Quién puede pensar diferente, a no ser alguna mentalidad resentida?

Ahora vamos a los textos. Hablando de los fieles laicos y laicas dice en el numeral 210: “Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio (…). Atención: su misión propia y específica se realiza en el mundo para transformarlo creando nuevas estructuras. Aparecida pone aquí a la acción de los laicos en el mundo civil para modificarlo y no en la Iglesia para revolucionarla.

El numeral 211 nos dice que los laicos “están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida”. A “participar” en la acción pastoral, no a “dirigirla” como hemos visto; además, lo deben hacer con santidad de vida) “En segundo lugar en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado, según las necesidades locales bajo la guía de sus pastores”. Aquí se presupone fidelidad al espíritu y a la letra del Evangelio y de la Liturgia. Cuanto a “las necesidades locales”, compete a los pastores (no a los laicos) orientar las prioridades. Y si se verifica que la acción pastoral trazada no es conforme a los lineamientos de la Iglesia, pues habrá que “implantar de manera diferente todo el trabajo pastoral” (Carta del Cardenal Iván Días a Monseñor Gonzalo). “Ellos (los pastores) estarán dispuestos a abrirles espacios de participación y a confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos vivan de manera responsable su compromiso cristiano”.

Aquí hay que saber lo que significa la palabra “ministerios” y no extrapolar significados. Uno es el sentido que le dan los diccionarios: empleo, cargo u ocupación. Otro es el sentido que le da la Iglesia en su derecho y en su pastoral: significa servicio y se divide en “ordenado” (diaconado, presbiterado y episcopado) e “instituido” (lector y acólito). Hay también otros ministerios que pueden ser reconocidos o “confiados”, como dice Aparecida. Son ministerios temporarios “de hecho”, que pueden ser los catequistas, los que cuidan enfermos, los que visitan privados de libertad, los que preparan para los sacramentos, los que ayudan en la liturgia, etc. En el caso de los ministerios "de hecho" o temporarios no hay distinción entre hombre o mujer. Mientras que en los ministerios "ordenados" o "instituidos" sólo se pueden encomendar a varones (aunque le duela a cierta Federación de Mujeres…). Otro, por fin, es el sentido que se le da en Isamis a la palabra “ministerios”: equiparan esas nobles funciones de servicio y de hecho a los “ministerios instituidos”. Esa es una creación arbitraria de Monseñor Gonzalo y de algún otro obispo de avanzada, que choca con lo que está vigente en la Iglesia universal.

Continúa el numeral 211: “A los catequistas, delegados de la Palabra y animadores de comunidades, que cumplen una magnífica labor dentro de la Iglesia, les reconocemos y animamos a continuar el compromiso que adquirieron en el bautismo y la confirmación”. Está clarísimo y no hay nada especial a comentar. El problema está en que se haga esa labor de forma “magnífica”, en consonancia con los compromisos del bautismo y de la confirmación…

Los numerales 212 a 215 nos hablan también del papel de los laicos. El 212 focaliza la necesaria formación doctrinal, pastoral y espiritual que deben tener, el 213 subraya que no se concibe la evangelización sin la colaboración de los fieles laicos a los cuales hay que tener muy en cuenta, el 214 incita a los pastores a tomar en cuenta las asociaciones laicales y movimientos apostólicos y el 215 reconoce el valor y la eficacia de los Consejos parroquiales, Consejos diocesanos y nacionales de fieles laicos. No vemos que Isamis haya dado eco a estas propuestas: formación deficiente, “colaboración” impuesta, desconocimiento a movimientos y a asociaciones (por ejemplo carismáticos y heraldos), falta de ese tipo de consejos (no existían parroquias, solo “comunidades” y “organizaciones populares”) y abusos, en cambio, en la todopoderosa asamblea diocesana del P. Pinos.

Más adelante, en el numeral 403, bajo el título de Una renovada Pastoral Social para la Promoción Humana Integral, Aparecida nos habla nuevamente del rol de los laicos al indicar que se deben diseñar acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas buenas. Dice: “En ello juegan un papel fundamental los laicos y laicas, asumiendo tareas pertinentes en la sociedad”. Y en el numeral 406, hablando de la globalización de la solidaridad, anota: “Esto es especialmente importante para los laicos que asuman responsabilidades públicas, solidarios con la vida de los pueblos”.

En el capítulo Familia, Personas y Vida, numeral 469, ítem h, dice “Promover la formación y acción de laicos competentes, animarlos a organizarse para defender la vida y la familia (…)”. Y en el 480, sin hablar específicamente de los laicos, se refiere a los bautizados en general: “Los cristianos, con los talentos que han recibido, talentos apropiados, deberán ser creativos en sus campos de actuación: el mundo de la cultura, de la política, de la opinión pública, del arte y de la ciencia”. Por lo tanto, no en el mundo propio que compete inmediatamente a los clérigos como lo es la formación espiritual, apacentar (amonestar, corregir, sanar) el rebaño, presidir la Eucaristía y la celebración de los demás sacramentos, velar por la dignidad del culto, etc.

Al hablar de los Nuevos Areópagos y Centros de Decisión, Aparecida hace una propuesta pastoral que se refiere directamente a los laicos: “Favorecer la formación de un laicado capaz de actuar como verdadero sujeto eclesial y competente interlocutor entre la Iglesia y la sociedad, y la sociedad y la Iglesia”.

En el numeral 505 se lee: “Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios”. “Construir una ciudad temporal”, compete a los laicos. La “ciudad espiritual” compete inmediatamente a los clérigos, claro que con la participación de los laicos.

Hablando de la vida política dice el numeral 508: “Los obispos (…) queremos llamar al sentido de responsabilidad de los laicos para que estén presentes en la vida pública”… Una pregunta: ¿Armando Aguilar, laico de Isamis, cumple bien su papel?

En el 518 se dice que “Los agentes de pastoral (…) se esfuercen en desarrollar (ítem k) la formación y acompañamiento de laicos y laicas que, influyendo en los centros de opinión, se organicen entre sí y puedan ser asesores para toda la acción eclesial”. Asesores de toda la acción eclesial: enorme tarea y de gran responsabilidad! La “asesoría” que prestan en Sucumbíos se revela lamentable.

En resumen: Según Aparecida, los laicos/as deben santificarse, saber que su misión propia y específica se realiza en el mundo, colaborar en la Iglesia bajo la guía de los pastores, formarse doctrinal y espiritualmente, participar –en la medida de sus posibilidades- en consejos parroquiales, en asociaciones y en movimientos; asumir tareas pertinentes en la sociedad civil bien como responsabilidades públicas; defender la familia y la vida y actuar en la cultura, la política, el arte, la ciencia. Hacer de puente entre la Iglesia y la sociedad y entre la sociedad y la Iglesia. Ser fermento en la masa de la sociedad temporal y asesores de la acción eclesial. ¡Vastísimo y grandioso programa!

¿Qué tienen que ver estos compromisos con el asumir ciertos “ministerios” que no competen a la vida laical, destronando a la autoridad eclesiástica que ha sido instituida precisamente con un sacramento específico, el sacramento del Orden Sagrado, para el oficio de gobernar, enseñar y santificar? Jesús fundó una Iglesia que tiene que ser tenida en cuenta; es la tal “inserción eclesial”, de que carece Isamis. No podemos andar cada uno por sí o “al aire del Espíritu”, como ciertas sectas evangélicas, pentecostales y muchos católicos “diferentes” y pretensiosos. Que cada uno esté en su lugar, en armonía y sin invadir terreno ajeno: Que el laico no tome aires de padrecito ni el padrecito de laico. Que el laico se comprometa cada vez más con la Iglesia y lo mismo el sacerdote.  Así irán bien las cosas. Lástima que últimamente, algunos se propusieron organizar una iglesia “diferente” convencidos de que otra iglesia, otra teología y otro magisterio es posible.

Resta saber de qué Jesús son “discípulos y misioneros” los de Isamis. Porque ya hubo quien dijese, no sin cierta gracia, que del padre carmelo español Jesús Arroyo y no de Jesús de Nazaret, el Hijo unigénito del Padre y de María, nuestro Diosito.

Si se apuesta a una “iglesia diferente”, se corre el grave riesgo de dar culto a un dios diferente. ¿Y quién paga el pato? El pueblo de Dios, la gente sencilla, los pobres, los indígenas, los afros, los campesinos… los laicos y las laicas.

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lunes, 28 de noviembre de 2011

Acompañemos con nuestra oración a Mons. Antonio Arregui


Nueva Loja, 28 de Noviembre de 2011- Sucumbíos Información.-Hemos recogido este artículo publicado en el diario el Comercio  sobre Monseñor Antonio Arregui Yarza, escrito por Mons. Julio Parrilla, donde destaca aspectos nobles y beligerantes en defensa de la Fe de su colega en el episcopado. Leamos el artículo, nos pareció muy bueno por poseer veracidad,  pertinencia y pericia.

Mons. Antonio Arregui

Mons. Antonio Arregui, como los viejos gudaris (soldados vascos) mantiene su lucha a favor de la vida, ese don precioso que tenemos que conservar como un tesoro con la ayuda de Dios, la sapiencia de los médicos y nuestro propio propósito de querer vivir.

Mons. Arregui campea por nuestra tierra ecuatoriana desde hace muchos años y es, religiosa y socialmente, un referente ético para muchas personas. A la luz de su vida (y especialmente en este momento de quiebra en que la experiencia humana se condensa) cobran fuerza algunos de sus valores, sostenidos contra viento y marea por la calidad de su fe y la terca voluntad del vasco, siempre fiel a lo fundamental por encima de lo accesorio.

¿Qué ha defendido Mons. Arregui a lo largo de estos años con especial ahínco? Más allá de los intereses del poder de turno, siempre voluble y provisional, o del propio poder aplanador de la cultura dominante, ha afirmado el valor de la fe, la dignidad de la persona humana, la prioridad de la vida sobre la codicia, la importancia del bien común, el principio de libertad religiosa y la relatividad de cualquier proyecto humano. Lo ha hecho siempre de forma razonable y leal. Y ha ejercido, unido siempre a los obispos del Ecuador, el derecho y el deber de opinar, confesar y resistir. ¡Un crítico de este calibre merece nuestro respeto! De hecho, los excesos del poder a la hora de la réplica (¿recuerdan la campaña televisiva en su contra?) evidencian que, tras la ira, viene la vergüenza... Las advertencias sobre el estatismo que se nos venía encima quedan pálidas ante la realidad que nos toca vivir.

Lo dicho sobre Monseñor cabe respecto del conjunto de los obispos ecuatorianos. Seguramente, sobre muchos temas pensamos de forma diferente, pero pensamos, que no es poco en estos tiempos. Y, cuando hablamos, lo hacemos desde el evangelio, desde el consenso y la lealtad, buscando el bien de nuestro pueblo, conscientes de que nada ni nadie puede privarnos de ejercer la libertad profética de los hijos de Dios. Es esto algo que nace de nuestra condición humana, de nuestra fe y de nuestro ministerio.

Hace muchos siglos Tertuliano (pensador y apologeta) acuñó la expresión ‘libertas religionis’ (libertad de religión), algo que hoy pertenece al acerbo de los derechos humanos, y subrayó que a Dios se le debe adorar libremente y que en la naturaleza de la religión está el no admitir ninguna imposición que degrade la dignidad humana. En esa lucha estamos y estaremos, siempre dispuestos a colaborar con cualquiera que respete la libertad y reme a favor de la justicia.

Le deseo lo mejor a monseñor Arregui en esta hora fundamental en la que tantas cosas se aclaran y resitúan... Yo sé que Jesucristo es su fuerza y su consuelo y que el querido hermano está en sus manos. Y sé también que, aunque tenga el corazón roto es un hombre de corazón entero. Acompañémosle con nuestro cariño y con nuestra oración.


Autor: Mons. Julio Parrilla
Tomado de: Diario El Comercio - Quito, domingo 27/11/2011


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viernes, 25 de noviembre de 2011

Homenaje a la mujer

Publicamos un maravilloso poema escrito por el famoso literato francés Victor Hugo y lo ofrecemos a nuestros lectores en el día en que en Sucumbíos se celebra una “caminata” (esta vez no es marcha) contra la violencia practicada sobre la mujer.

Especialmente lo dedicamos a las mujeres de Sucumbíos que no se sienten representadas por cierta federación y que tienen como modelo a la mujer por excelencia: La Virgen María, Madre de Jesús que tanto queremos bajo la advocación de la Virgencita del Cisne

Los nobles y elevados sentimientos que destila esta obra de arte, difieren de los de Isamis. No parecen anidar en el corazón de Delia Malbay…

Aunque Victor Hugo no era cristiano ni católico, mucho menos heraldo, en él palpitaban las “semillas del reino”…

El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer es la más sublime de los ideales.

Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar.
El trono exalta, el altar santifica.

El hombre es el cerebro, la mujer el corazón;
el cerebro fabrica la luz; el corazón produce el amor. La luz fecunda; el amor resucita.

El hombre es fuerte por la razón; la mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence; las lágrimas conmueven.

El hombre es capaz de todos los heroísmos; la mujer de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece; el martirio sublimiza.

El hombre tiene la supremacía; la mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza; la preferencia respeta el derecho.

El hombre es un genio; la mujer un ángel. El genio es inmensurable;
el ángel indefinible.

La aspiración del hombre es la suprema gloria. La aspiración de la mujer es la virtud extrema; la gloria hace todo lo grande; la virtud hace todo lo divino.

El hombre es un código; la mujer un evangelio. El código corrige,
el evangelio perfecciona.

El hombre piensa; la mujer sueña. Pensar es tener en el cráneo una larva;
soñar es tener en la frente una aureola.

El hombre es un océano; la mujer es un lago. El océano tiene la perla que adorna; el lago la poesía que deslumbra.

El hombre es el águila que vuela; la mujer es el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio.
Cantar es conquistar el alma.

El hombre es un templo; la mujer es el sagrario. Ante el templo nos descubrimos; ante el sagrario nos arrodillamos.

En fin: el hombre está colocado donde termina la tierra;
la mujer donde comienza el cielo.

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martes, 22 de noviembre de 2011

Una comisión vaticana para vigilar la edificación de las nuevas iglesias

Todos o muchos ya conocemos la liturgia estrambótica de la “Iglesia diferente” e “innovadora” de Isamis en lo que se refiere a la celebración eucarística, los cantos, músicas, lugares de culto, salones multiusos, etc... La publicación que mostraremos hace referencia también a los abusos litúrgicos, que ya hemos constatado aquí en Sucumbíos. Noticias como éstas son las que los amigos y admiradores de Isamis no gustan, ya que ellos procuran siempre estar al margen de toda norma, obediencia o disciplina. Veamos: 

TAMBIÉN SE OCUPARÁ DE LA MÚSICA Y DEL CANTO PARA LA LITURGIA

Una comisión vaticana para vigilar la construcción de las nuevas iglesias

En las próximas semanas, será creada, dentro de la Congregación del Culto Divino, una «Comisión de arte y música sacra para la liturgia». Un equipo para decir «alto» a las iglesias-garage, a las arquitecturas atrevidas que llegan a desnaturalizar muchos modernos espacios de culto católicos. Y para promover un canto que ayude verdaderamente a la celebración de la misa. Según indica Andrea Tornielli en Vatican Insider, la Congregación para el culto pretende promover un trabajo de formación en el «ars celebrandi» desde abajo, que involucre a sacerdotes, religiosos y catequistas
22/11/11 9:43 AM | Imprimir | Enviar
(Vatican Insider/InfoCatólica) No se trata de una simple oficina, sino de un verdadero equipo, que tendrá la tarea de colaborar con las comisiones encargadas de valorar los proyectos de las nuevas iglesias en las diócesis, así como de profundizar sobre el tema de la música y el canto que acompañan la celebración.
El cardenal Antonio Cañizares Llovera, Prefecto de Culto Divino, de acuerdo con Benedicto XVI, considera este trabajo como «muy urgente». La realidad es evidente: en los últimos años, las iglesias han sido sustituidas por construcciones que parecen más salones multiuso que iglesias. Y muy a menudo, los arquitectos, incluso los más famosos, no parten de lo que es la liturgia católica para llevar a cabo sus proyectos y terminan haciendo construcciones de vanguardia que se parecen a todo menos a una iglesia.
Cubos de cemento, cajas de vidrio, formas azarosas, espacios confusos en los que, una vez dentro, se percibe todo menos el sentido de lo sacro y del misterio, en donde el Sagrario está medio escondido y a veces hay que buscarlo como si fuera un tesoro, o endonde las imágenes sagradas casi no tienen lugar. La nueva comisión, cuyo reglamento será redactado en estos días, dará indicaciones precisas a las diócesis, ocupándose solo del arte para la liturgia, no del arte sacro en general, así como de la música y del canto para la liturgia. Contará con los poderes jurídicos de la Congregación para el Culto Divino.
Como es sabido, el pasado 27 de septiembre, Benedicto XVI, con el motu proprio «Quaerit semper», transfirió a la Rota Romana, el tribunal de la Santa Sede, la competencia sobre dos materias de las que hasta entonces se ocupaba la Congregación para el Cculto. La primera de ellas tiene que ver con la nulidad de la ordenación sacerdotal que, como sucede para el matrimonio, por causa de vicios de materia o de forma, de consenso o de intención, tanto por parte del obispo que ordena como del clérigo que es ordenado. La segunda materia es la dispensa en los casos de matrimonios contraídos pero no consumados. Tareas que ocupaban bastante al dicasterio de Cañizares.
En el motu proprio, el Papa explicaba que: «En las circunstancias actuales, ha parecido conveniente que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos se dedique principalmente a dar nuevo impulso a la promoción de la Sagrada Liturgia en la Iglesia, según la renovación querida por el Concilio Vaticano II a partir de la Constitución Sacrosanctum Concilium».

Reforma de la reforma

El dicasterio debe, pues, dedicarse «a dar nuevo impulso a la promoción de la Sagrada Liturgia en la Iglesia», sobre todo con el ejemplo. Desde este punto de vista, con respecto a los proyectos iniciales, parece irse alejando cada vez más la idea de una «reforma de la reforma» litúrgica (expresión que usó el mismo Ratzinger cuando era cardenal), y prevalece, en cambio, un proyecto de amplias dimensiones que, sin proponer la introducción de modificar en la misa, se ocupe de favorecer el «ars celebrandi» y la fidelidad a los dictámenes y a las instituciones del nuevo misal.
Vale la pena, de hecho, recordar que los abusos litúrgicos, que se han verificado en las últimas décadas y que, en cierto sentido, se han convertido en una práctica común, se llevan a cabo en disonancia con las normas establecidas por la reforma litúrgica de Pablo VI. Así, no es la reforma lo que hay que retocar, sino que hay que profundizar y en algunos casos recuperar el significado de la liturgia bien celebrada. Por ello, la Congregación para el culto pretende promover un trabajo de formación desde abajo, que involucre a los sacerdotes, religiosos y catequistas. Siguiendo el ejemplo y el magisterio de Benedicto XVI, tendría que favorecer larecuperación del sentido de lo sagrado y del misterio en la liturgia.
Algunos textos litúrgicos hay que revisarlos, porque están viejos, como el caso del ritual de la penitencia publicado en 1974: durante los años que siguieron llegaron una instrucción apostólica, un motu proprio, el nuevo Código de Derecho Canónico y el nuevo Catecismo. Una actualización, en este y en otros casos, habrá que llevarla a cabo.
La idea en la que estaba trabajando el cardenal Cañizares es la de reafirmar el primado de la gracia sobre la acción humana, de la necesidad de hacerle espacio a la acción de Dios en la liturgia con respecto al que se le da a la creatividad del hombre. Las ocasiones para reflexionar sobre estos temas serán muchas. El año próximo, 2012, se cumplen los 50 años del Concilio Vaticano II y el sucesivo se celebrarán los 50 años del primer texto conciliar aprobado: la constitución de la liturgia, Sacrosanctum Concilium.


Tomado de: http://infocatolica.com

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sábado, 19 de noviembre de 2011

Exitosa operación de Monseñor Antonio Arregui


Nueva Loja, 19 de Noviembre de 2011- Sucumbíos Información.- El Arzobispo de Guayaquil y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), Mons. Antonio Arregui Yarza, se sometió el día de ayer a una delicada operación de corazón abierto, la cual duró más de cuatro horas y fue "todo un éxito".

En un comunicado dado a conocer por el padre Francisco Sojos, vocero de la curia Arquidiócesana de Guayaquil, señala que el médico encargado de la operación, Dr. Edgar Lama Valverde, de la Clínica Kennedy informó la situación de Monseñor. La operación se realizó a corazón abierto puesto que el estado de salud de Mons. Arregui no permitía la circulación externa. Se le implantaron cuatro bypass coronarios, lo que resultó en una mejoría lenta, pero progresiva, según informó el Dr. Lama.

El padre Sojos indicó que, de acuerdo a los exámenes realizados, se estableció que monseñor sufrió múltiples infartos producto del estrés.

Antes de ingresar al quirófano, a las 10:30, monseñor Arregui pidió a toda la feligresía, hombres y mujeres de buena voluntad, sus oraciones por su pronta recuperación. Luego, recibió el sacramento de la Unción de los Enfermos y la Comunión, como todo buen cristiano que se prepara para una intervención riesgosa.

"La condición actual de Monseñor Arregui es crítica, pero estable, en la espera de que sus complicaciones respiratorias mejoren", indica el comunicado.

Cabe resaltar que tras la operación de Mons. Arregui, son muchos los mensajes de solidaridad que está recibiendo el Arzobispado de Guayaquil de todas partes. "La comunidad católica mundial ha orado y sigue orando hoy por la salud y recuperación de su Excelencia".

Pedimos a todos los católicos de Sucumbíos, de Guayaquil y del mundo seguir rezando por la recuperación de monseñor.

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viernes, 18 de noviembre de 2011

Dedicado al P.Pierre, un heraldo de otro evangelio

 Padre Pedro Pierre (P. Pierre Riouffrait) llegando a nuestra provincia,
es recibido en Isamis por P. Jesús Arroyo OCD (uno de los carmelitas
que promovió la rebeldía contra la Santa Sede en Sucumbíos)

Los católicos de sucumbíos estamos felices porque nos hemos liberado de Isamis, un organismo partidista y excluyente, que solo valoraba a sus pocos miembros, ignorando a la generalidad de los fieles e impidiendo, o dando largas, a que nuestros niños y adultos se bauticen, comulguen, se confiesen, se confirmen, sean ungidos, ordenados o se casen. Para tener ciudadanía en la iglesia diferente de Isamis nos pedían dinero y trabajo. Durante décadas, no conocimos la acogida, la misericordia y el desinterés. Y en el último año conocimos con estupor la agresión, el desprecio y la mentira. Estas cosas llenaron los numerosos templos protestantes de Sucumbíos y vaciaron nuestras pocas y  pobres capillas.

Estamos felices porque con la labor comenzada por los heraldos y continuada por los nuevos diocesanos, se nos abre un camino de renovación hacia el futuro, cortando la noche oscura populista, igualitaria y triste en que la fe se fue apagando, la desesperanza fue cundiendo y el amor se marchitó. Los carmelitas nos abrieron una era de oro hace setenta u ochenta años, pero otros desviaron el camino y nos sometieron a una durísima prueba.

Los católicos de Sucumbíos profesamos nuestra fe no por el Concilio o por Medellín, sino por Jesucristo que fundó su Iglesia, Iglesia que desde hace dos mil años no cesa de crecer en santidad y en fuerza (a pesar de las maldades de sus hijos), sembrando la buena semilla en medio de pruebas y luchas; por eso estamos cosechando con alegría. En Sucumbíos, particularmente, después de las tinieblas ha rayado la luz.

Sabemos que el magisterio nos viene de Roma y de los Obispos en comunión con el Papa, y valoramos no solo al Concilio y a Medellín, sino a todos los Concilios y a todas las Conferencias. El magisterio no nos viene de las interpretaciones que dan las organizaciones populares, las asambleas auto convocadas, los animadores sociales o los “ministerios” instituidos, la radio Sucumbíos o la Federación de mujeres… tampoco nos viene de los sacerdotes rebeldes y orgullosos.

A pesar de que se quiere sepultar el legado bendito de la fe católica que nuestros santos como el Santo Hermano Miguel Febres Cordero, Santa Narcisa, Santa Mariana de Jesús, y muchos otros bienaventurados testimoniaron, y que se pretende remplazar ese legado por una pesadilla que habría soñado el beato Juan 23 y que Ghandi (personaje ajeno a nuestra fe) alentaría con su grito laico “ni un paso atrás”, los católicos de Sucumbíos nos aferramos a la Eucaristía, al rosario, al servicio desinteresado a los demás. A los sacramentos, a los mandamientos y a la disciplina eclesial.

Auguramos al Padre Pierre una vuelta a su país de origen para que no siga sembrando división y odios en el Ecuador. Deseamos especialmente que no vuelva a poner los pies en nuestro Vicariato, dado que se identifica con los tres sacerdotes isamitas de aquí que y con otros activistas locales que están llenos de sentimientos de odio y de venganza…

Los católicos de Sucumbíos no gritamos esos lemas bélicos y amenazantes: “ni un paso atrás” o “no nos moverán”. Más bien elevamos los ojos al cielo, juntamos las manos en oración y proclamamos como nuestro patrono San Miguel ¿Quién como Dios? A la Virgen santísima le decimos: ¡Madrecita buena del Cisne, ayudadnos!

Si el P. Pierre se considera siempre sacerdote católico (pues más se destaca como agitador social o como mediocre columnista de periódico) que haga lo mismo: que invoque a Dios y a María… no sin antes reconciliarse con el Señor a través de sacramento de la confesión. ¡Qué bendición y qué milagro sería si esto sucediese! Es lo que, para su bien -pues nuestro Evangelio no es de odios y venganzas- ardientemente le deseamos al Padre Pierre los católicos de Sucumbíos.

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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un “testimonio” lleno de las mejores intenciones, pero…

El testimonio sobre Sucumbíos del Padre Luis Aróstegui, ocd, publicado en el blog Isamis2010, tiene sin duda alto un valor sentimental y no deja de ser verdad que, en cualquier caso, es siempre noble hacer cuerpo y causa común con la querida y venerable Orden Carmelitana, sobre todo por parte un miembro con la trayectoria y la experiencia del Padre Aróstegui.

Pero  en lo que se refiere a la constatación y apreciación de los hechos que se dieron en Sucumbíos, su testimonio posee un valor muy relativo pues muchas de los datos que publica no son reales: en algunos casos, la información peca de exceso apuntando logros inexistentes y en otros, en pocos, hasta llega a minimizar la obra carmelita... Se contabilizan muchos éxitos en los primeros años de la misión. Después, a partir de la llegada de Fray Gonzalo cambiaría el rumbo de las cosas.

Además, lo que pudiera valer para el año 2004, año en que el Padre Aróstegui visitó Sucumbíos, ciertamente no se aplica a las circunstancias de seis o siete años después, tiempo en que se dio el cambio de administración en el Vicariato. Son dos momentos muy diferentes.

En cuanto al fraterno y cariñoso saludo del Padre General Xaverio Cannistrá del 18 de junio de 2011 a Monseñor Gonzalo y a sus misioneros que el Padre Aróstegui cita al inicio del testimonio, nada de más explicable que se manifiesten esos saludos y sentimientos. Ya el “agradecimiento” no parece tan apropiado en vista de la beligerancia indebida que tuvieron los frailes carmelitas contra disposiciones de la Santa Sede. Y, por fin, celebrar el “gesto de obediencia sincero” a la solicitación de salida del Vicariato los seis frailes carmelitas, por parte de su superior a pedido del Papa, es algo totalmente fuera de lugar. ¿Por qué?

Porque los dichos carmelitas, junto con otros del Ecuador y de Colombia presididos por el Provincial, P. Naranjo, debatieron durante tres días en Quito si acataban la orden o no. ¡Eso lo declararon! Finalmente dijeron que la asumían… aunque con condiciones y sin el delicado empeño de cumplirla con presteza. El Padre Jesús Arroyo, Superior de los Carmelitas en Sucumbíos, dijo por la Radio Sucumbíos el 12 de mayo, que la salida de los carmelitas podría demorar meses, que de todas maneras estarían siempre en contacto con la provincia y que, si se presentase la ocasión y si fuese necesario, él volvería a Sucumbíos, pues nadie podría prohibírselo. Poco más de un mes y medio después de la orden de salida mal acatada, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y la Nunciatura Apostólica, al parecer por presiones del Gobierno, exigiría la salida de los dichos carmelitas. Y aun así, después de salir contrariados, algunos de ellos han vuelto al Vicariato en ocasiones posteriores. ¿A ese comportamiento caprichoso –para decir solo eso- se puede llamar de “gesto de obediencia sincero”? Esta es la realidad de las cosas en lo que se refiere al mensaje del Padre General a los Carmelitas Descalzos de Sucumbíos.

En el testimonio del Padre Aróstegui, se dan algunos datos, excesivamente prolijos aunque no probados, sobre el supuesto “vasto plan de evangelización”. Dice el Padre Aróstegui que “Este listado, incompleto aun como esquema, de acciones y de realizaciones no puede dar idea de la vida que a lo largo de muchas décadas ha desarrollado la compleja acción de la misión”. Esta visualización parece ser fruto de un mito que ha circulado en la Orden Carmelitana a propósito de la obra de sus frailes en Sucumbíos, mito que llegó a poner a la misión de Sucumbíos como un galardón y motivo de orgullo, un poco la “niña de los ojos” de la Provincia Carmelitana de Burgos. Las misiones en Sucumbíos tocaron corazones, abrieron bolsillos y doblaron rodillas de mucha gente generosa que oró, colaboró y se entusiasmó con el proyecto. Pero toda esa pobre gente sensible, no tuvo la ocasión de constatar las cosas –siempre elogiosas- que se escribían, se publicaban y se decían en revistas, blogs y de viva voz.

El propio Padre Aróstegui estuvo en Sucumbíos y se hospedó “en la casa del obispo Gonzalo López Marañón, como se hospedaban entonces y siempre otros colaboradores de la misión”, pero no es imposible que no haya podido ver y conocer las cosas a fondo. Especialmente las principales cosas, tanto en lo social como en lo espiritual. Más o menos como sucedió con el Visitador Apostólico Monseñor Santoro que, algunos años después, también pasó unos días en Sucumbíos por mandato del Vaticano y se le preparó una representación para que viera ciertas cosas y no viera otras… En todo caso, el Padre Aróstegui parece reconocer lagunas en la misión de Sucumbíos cuando dice: “No quiero idealizar, como si los procesos y resultados, sobre todo duraderos, correspondieran sin más con estos planes ideales y con estas intenciones” (?) Y más adelante: “En este admirable proyecto de conjunto, de crecimiento de una comunidad, yo mismo veía pendiente aún la promoción de vocaciones sacerdotales y religiosas”. Los resultados, entonces, no corresponden siempre a los ideales, y a veces sucede que quedan cosas pendientes como –ni más ni menos, las vocaciones…

Como fruto de este conocimiento, he tenido, y tengo, la convicción de que la misión de Sucumbíos, de los carmelitas descalzos de la Provincia Burgense, ha sido modélica en aspectos fundamentales de una verdadera misión”. ¿”Misión modélica”? No es la opinión de la Congregación de la Evangelización de los Pueblos, ni la de la Nunciatura en Quito, ni la de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, ni la del Visitador Apostólico, ni la del que fue administrador Apostólico, ni la de los sacerdotes diocesanos que llegaron de otras provincias a evangelizar, ni la de los fieles del Vicariato…  Los hechos desmienten clamorosamente la percepción del Padre Aróstegui. Ni “la evangelización integral” ni “la participación de los laicos” (los dos ejes mencionados) han sido exitosos en Sucumbíos. Aunque la experiencia no fue totalmente fracasada, pudo haber sido muchísimo mejor: estaríamos viendo los frutos…

Otro cantar es lo que dice al ir concluyendo en su testimonio: “Imaginemos Sucumbíos sin la existencia de toda esta realización de la misión carmelitana, continuando abandonadas aquellas buenas gentes casi a una fatalidad sin más aliciente ni horizonte, o al vaivén de los intereses económicos de compañías voraces”. No apostemos a imaginaciones sino que analicemos realidades. Por eso decíamos que hay cosas buenas en la obra de los Carmelitas en Sucumbíos ¿quién podrá negarlo? Pero ¿por qué negar o encubrir lo malo que quedó al descubierto y fue conocido después de la llegada de la nueva administración? Esta pregunta espera una respuesta.

De todas maneras, en cuanto a lo bueno, es evidente que hubieran hecho algo semejante en Sucumbíos los jesuitas, o los salesianos o los franciscanos. Les tocó a los carmelitas. Los tiempos han cambiado: hace cuarenta años, o hace menos años, las cosas eran diferentes; las exigencias de la evangelización ya no son hoy las mismas y por eso, no hay que aferrarse a una situación social o religiosa de tiempos pasados.

Precisamente en Aparecida se nos pautan muy claramente las prioridades actuales de la evangelización. Y en el Vicariato de Sucumbíos no se asumió el Documento de Aparecida, a pesar de que a veces se lo cita como escudo, no se lo aplica.

Es duro reconocer esta evidencia que está en la boca de quien vive y conoce la realidad del Vicariato: los carmelitas de Sucumbíos de los últimos tiempos no vivían según el genuino espíritu del carisma de su orden ni en auténtica comunión eclesial; y formaron –o deformaron- a unos pocos sacerdotes, diáconos y laicos según de su triste modalidad. Los fieles, “el pueblo sufrido y fiel de Sucumbíos”, como escribe el Padre Aróstegui, estamos pagando las consecuencias. El pueblo sufrido y fiel de Sucumbíos reconoce y añora la labor de los Carmelitas de la primera hora. También lo de la hora intermedia. No concuerda con los de la última hora.

El artículo del P. Aróstegui concluye con un ditirambo: “Gloria imperecedera de la Provincia Carmelitana de Burgos (…)”.

Que Dios se apiade de nosotros y obtenga la limpieza de las mentes y de los corazones para ver y apreciar en su justa medida las cosas como son, y no como se imaginan o como se quiere que sean.

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martes, 15 de noviembre de 2011

Autoridad vaticana explica las claves de la nueva evangelización

Los requisitos para la nueva evangelización, un tema para meditación de Isamis; los comentarios en recuadro son de nuestro blog

31 Oct. 11 / (ACI/EWTN Noticias)

Mons. Ruiz Arenas –secretario del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización en el Vaticano- enumeró una serie de requisitos para emprender esta tarea, entre los cuales está primeramente "dar primacía a la gracia", como decía Juan Pablo II: "es decir tenemos que ser conscientes que es el Espíritu Santo quien obra en la Iglesia. No podemos caer en la tentación de pensar que son nuestras obras y nuestros programas los que producen los resultados, la conversión".

La gracia sobrenatural dada por el  Espíritu Santo es quien evangeliza y quien convierte, no los “equipos”, ni los “consejos”, ni las “organizaciones”, ni las “asambleas”, aunque éstas puedan ser útiles. La gracia debe fluir e impregnar todo. Los sacramentos instituidos por Cristo son los canales necesarios para que fluya la gracia. No vimos eso en Isamis. 

Un segundo requisito es "vivir como auténtico discípulo misionero. El discipulado es una realidad que no se puede vivir de manera aislada, individual, sino que hay que vivirla en comunidad. El Señor fue escogiendo y llamando a sus discípulos. Hoy también nos llama a cada uno de nosotros y nos da una misión. Tenemos que vivir el gozo de sentirnos llamados y amados por el Señor".

“Llamados y amados por el Señor”, no por el animador de turno. El discipulado se vive en comunidad, en relaciones fraternas y afectivas, dando lugar a los que son diferentes, que pueden aportar novedad y sin excluir a nadie. La vida en comunidad no se fabrica ni se impone: florece, regada por las aguas sobrenaturales de la gracia de Dios.

El tercero es tener una gran generosidad, mientras que el cuarto consiste en que "toda la actividad de la Iglesia debe ser una expresión de amor y de servicio, que ha de buscar el bien integral del ser humano. Más aún, en muchas circunstancias ese amor habla por sí solo y se constituye en una forma de evangelizar, pues a través de su actuación –así como por su hablar, su silencio, su ejemplo- hacemos creíble lo que anunciamos y lo que celebramos".

Que importante es el desprendimiento y la gratuidad, el ejemplo y hacerse creíble. Ser generosos y serviciales para buscar “el bien integral” y no cualquier bien pasajero o episódico, como una alcaldía o un puesto en la radio... No hemos visto ese sello de desinterés en algunos equipos y “ministerios” que no brillan en ese cuidado de ser ejemplares e íntegros.

Un quinto requisito fundamental es la oración: "es importante que lo que nos propongamos, con la ayuda de Dios, esté fundado en la contemplación y en la oración. Vivimos con gran agitación y continuo movimiento, lo cual desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del ‘hacer por hacer’".

En Isamis hemos visto mucho más la “gran agitación, el continuo movimiento, el activismo y el hacer por hacer” que “la contemplación y la oración”. Y lo peor, esas cosas venidas desde un cierto “centro de espiritualidad” de la provincia animado por “religiosos/as”... Si hasta criticaron las celebraciones de Misas diarias, ya que “las misas por las misas” no tienen sentido… decían.

Un sexto punto a tener en cuenta es la centralidad de la Eucaristía, que "encierra en sí misma el núcleo del misterio de la Iglesia y constituye la fuente y cima de toda la vida cristiana. En ella se celebra con gozo el misterio de la fe, ya que hace presente el acontecimiento central de nuestra salvación y realiza la obra de nuestra redención, actualizando siempre en el tiempo el sacrificio redentor de Cristo".

La Eucaristía nunca estuvo al honor en Isamis, todo lo contrario. Ni siquiera los misioneros cumplían el precepto dominical. Además, se celebraba de cualquier manera, sin respeto a las normativas de un culto tan sagrado. Era espectáculos arbitrarios con protagonismos indebidos, donde “la chicha” se ponía a la par de la comunión, y la “limpia” a la altura del acto penitencial. A veces se igualaba la Palabra de Dios con fábulas paganas. Y el recogimiento debido a un misterio tan sagrado cedía el lugar a danzas bélicas y hasta indecentes. ¿Quién no vio estas cosas que “religiosos/as” promovían en nuestro vicariato?

Un séptimo requisito es la lectura constante de la Palabra de Dios: "urge a tener una confianza y familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como una brújula que indica la vía a seguir, con la ayuda de testigos y maestros, que caminen con ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores. En este sentido es bueno familiarizarnos con el método de lectura orante de la Sagrada Escritura, por medio de la lectio divina".

Hemos visto aparentemente más apego a la Biblia en evangélicos, que en los agentes de Isamis.

Hay que reconocer que la gracia sobrenatural (o la vida divina), la comunión cristiana y fraterna, el testimonio ejemplar, la oración, la espiritualidad en general, la Eucaristía y la Sagrada Escritura no eran el fuerte de Isamis. Por eso su evangelización no produjo frutos deseados y durables y su edificio se va derrumbando como un castillo de naipes. Irremediablemente.

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viernes, 11 de noviembre de 2011

Respuesta a Isamis en la persona de Alcivar Bravo

Estimados lectores, como ya hemos indicado en otras ocasiones, a diario nos llegan números comentarios ya sean por medio de e-mail o por nuestras ventanas para comentarios que están abierta en cada publicación; nos llegan sugerencias o comentarios de los más variados,  muchos a favor y otros en contra, comentarios  elogiosos, aclaratorios, sarcásticos e inclusive insultos de personas que ciertamente se sienten alcanzadas con algún comentario o denuncia que hacemos desde este blog.

Lamentablemente no todos los comentarios son publicados, no por reprimir la libertad de expresión sino porque creemos que para publicar un comentario deben contener las normas básicas de ética y moral. Por esa razón no publicamos insultos, que concretamente nos ha  llegado de la persona que mencionaremos en esta nota.

Nos llegó también otro comentario de esta misma persona, quien todos conocemos como el "Sr. Alcivar Bravo", aunque su verdadero nombre es Anibal Bravo, que al parecer se sintió aludido por el artículo “¿Quién fiscaliza el uso del dinero que Isamis recibe del mundo entero?”, que publicamos en nuestro blog pero que no es de nuestra autoría, a pesar de que citamos la fuente de donde fue tomado el artículo, esta persona se dirigió a nosotros, por lo cual lo remitimos al blog correspondiente; y ellos ahora han publicado la respuesta que a continuación la trasmitimos.

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La siguiente nota es tomada del Blog: http://sucumbiosecuador.blogspot.com/


Respuesta a Isamis en la persona de Anibal Bravo

LA CARTA DE ESTE SEÑOR NOS LA HAN REMITIDO DESDE OTRO BLOG
QUE LA RECIBIO COMO “COMENTARIO”.
ES LO QUE ESTAMOS SUPONIENDO.
A NOSOTROS NO NOS HA LLEGADO NADA Y SOMOS LOS AUTORES
INTELECTUALES DEL COMENTARIO
“¿QUIÉN FISCALIZA EL USO DEL DINERO QUE ISAMIS RECIBE DEL MUNDO ENTERO?”,
PUBLICADO EL LUNES 24 DE OCTUBRE
Y REPRODUCIDO POR NUMEROSOS BLOGs,
ENTRE OTROS EL QUE HA LEIDO ANIBAL BRAVO.
POR TANTO, NOS CONSIDERAMOS EN LA OBLIGACION DE RESPONDERLE
Y SATISFACER SU CURIOSIDAD.

En primer lugar vamos a explicar a nuestros lectores quien es Anibal Bravo, y de qué le conocemos. Comenzamos por indicar que este personaje es “Anibal” y es “Alcivar”. Su madre le quería “Alcivar”, pero el escribano de turno cuando nació debió decir que eso no era nombre “de cristiano”, y le estampó el nombre de “Anibal”, que le resultaba más conocido desde los tiempos de sus estudios escolares.

Oficialmente en su identidad figura como “Anibal”, pero en sus actividades profesionales y familiares le gusta que le llamen como su madre quería: “Alcivar”. Por eso puede haber una cierta confusión respecto a su personalidad, e incluso como “agente isamita” a veces lo llaman de una manera y otras veces de otra, pareciendo que son dos hermanos, dos primos o dos personas sin nexo alguno.

¿Cuál ha sido el motivo del comentario-carta que Alcivar Bravo nos remite? – Nos alegra saber que acompaña con interés lo que se publica en los blogs que tratan de Sucumbíos. Vamos a decirlo de una vez: Alcivar, o Anibal, Bravo es figura destacada de la Radio Diocesana de Sucumbíos. Actuaba como director de la misma, con buen salario y buena voz, para ser excelente locutor. No sabemos si es periodista profesional o, como dice su compañero solidário Victor Gómez, es “periodista empírico”.

Se enfrentó abierta y violentamente contra las nuevas autoridades Administrativas del Vicariato y, de modo especial, contra el Administrador Apostólico nombrado por el Papa Benedicto XVI en octubre de 2010. La llamada “Radio Sucumbíos” era la “niña mimada” de Isamis y del Capitán Fray Gonzalo, OCD. De ahí salían, después de una buena preparación y de la propaganda que recibían, los elementos que irían a formar los cuadros políticos, administrativos y judiciales de la provincia.

Fue uno de los principales instigadores de la “trampa” preparada contra los Heraldos del Evangelio en mayo de 2011, cuando con el visto bueno del Delegado Pontificio se abrió expediente con la intención de disminuir el plantel de periodistas que trabajaban deficitariamente en la emisora, y organizó el “tumulto” de isamitas frente a las instalaciones de la Radio, que sirvió de pretexto a la señora Gobernadora y al gobierno central de Correa para obligar al Episcopado y al Nuncio que retirasen del Vicariato a los misioneros Heraldos del Evangelio para evitar problemas mayores de orden público en una zona conflictiva, con presencia guerrillera.

Por ocasión de un Comunicado de Prensa emitido por el Administrador Apostólico a respecto de la situación económica de la Radio Diocesana, Alcivar Bravo junto al diocesano Edgard Pinos, respondieron mentirosamente tergiversando cifras y datos, en un lenguaje malcriado contra la autoridad propietaria de la emisora, que fue puesto en realce por el blog “http://sucumbiosinformapress.blogspot.com/2011/05/cual-de-las-dos-partes-tendra-la-razon.html”, y que hasta ahora no ha sido desmentido por quienes eran acusados de mentirosos.

Paremos por aquí en nuestras referencias, y vamos a ver que es lo que dice el autor de la carta: “Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¿Quién fiscaliza el uso del dinero que Isamis reci...": Mi nombre es Alcívar Bravo y me pueden ubicar en esta ciudad porque vivo aquí desde febrero de 1984, estos años me sirven para decir humildemente que conozco en parte la realidad y la historia de este pueblo, así como a muchas personas de esta provincia,”.

Gracias por la información, pero ya le conocemos, ¡más de lo que se piensa! Le agradecemos que reconozca humildemente que solo “conoce en parte la realidad”. Por eso, nos extraña que sea tan radical en su siguiente afirmación: “no me siento con la capacidad de difamar a nadie mucho menos cuestionar de una manera cobarde y mezquina ocultándome en un asqueroso anonimato, para escribir lo que se dice en esta nota”.

Cuanto desafuero y cuanto insulto. No nos extraña, pues la gente de Isamis –tenemos que repetirlo, aunque a usted no le guste– han sido siempre prepotentes y se consideran los únicos dueños de la verdad. Y la VERDAD ha sido la luz que nos ha guiado desde que dio inicio este Blog. Y nos hemos visto obligados a mostrar las MENTIRAS DE ISAMIS, y darlas a conocer al mundo entero.

En nuestra provincia el “anonimato” no es arma de difamación. Se usa para salvar la vida; y usted sabe por qué lo decimos. Las amenazas de Isamis, incluso de llamar a la guerrilla si fuese necesario, no serían la primera vez que se usan.

Tres cosas dice que hace falta para escribir la Nota del 24 de octubre sobre las cuentas de Isamis: “1 Conocimiento, investigación verificada; 2 Moral; 3 Ética profesional”. Creemos que las tres han sido siempre nuestro compromiso con la VERDAD. Hemos probado y demostrado con hechos relatados por la propia emisora bajo su dirección –la invadida Radio del Vicariato– que Isamis miente; y que los amigos de Isamis mienten también. Y que usted, señor Alcivar Bravo, en compañía del diocesano Edgard Pinos, mintieron en su “respuesta” al Comunicado sobre Radio Sucumbíos que publicó el Administrador Apostólico.

¿Por qué no responde a esas acusaciones documentadas y argumentadas, en lugar de insultar? – Usted, lo dice bien, “esta involucrado en el proceso” de Isamis, y es responsable de las desgracias de nuestro católico pueblo, como lo es el capitán Fray Gonzalo, OCD, y los otros “anónimos” dirigentes de todas las organizaciones y ONGs de fachada que han ido inventando durante estos 40 años del gobierno del Obispo Emérito, que la Santa Sede criticó e indicó que había que hacer todo de nuevo.

Vea como termina usted su carta: “Y la persona que se sienta aludida ya sabe quién soy y donde encontrarme, no me escondo de la forma cobarde y vil como lo hacen es esta nota, para dar mi opinión. “SI ALGUIEN ESTA LIBRE DE PECADO QUE LANCE LA PRIMERA PIEDRA”.

Quizás no estemos “libres de pecado”. Pero la piedra no la hemos lanzado nosotros, han sido los “11 del Putumayo” (que ahora son 9, ¡dos ya prestaron cuentas a Dios!) que han venido a confirmar nuestras sospechas, que han dejado de ser sospechas y se han confirmado como una realidad. No vale la pena continuar. Cada cual cargue sus responsabilidades. ¡Que la hora de la Justicia Divina llegará para todos!

Responde Ignacio Chiriboga


Fuente: http://sucumbiosecuador.blogspot.com/2011/11/respuesta-isamis-en-la-persona-de.html



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