Padre Pedro Pierre (P. Pierre Riouffrait) llegando a nuestra provincia, es recibido en Isamis por P. Jesús Arroyo OCD (uno de los carmelitas que promovió la rebeldía contra la Santa Sede en Sucumbíos) |
Los católicos de sucumbíos estamos felices porque nos hemos liberado de Isamis, un organismo partidista y excluyente, que solo valoraba a sus pocos miembros, ignorando a la generalidad de los fieles e impidiendo, o dando largas, a que nuestros niños y adultos se bauticen, comulguen, se confiesen, se confirmen, sean ungidos, ordenados o se casen. Para tener ciudadanía en la iglesia diferente de Isamis nos pedían dinero y trabajo. Durante décadas, no conocimos la acogida, la misericordia y el desinterés. Y en el último año conocimos con estupor la agresión, el desprecio y la mentira. Estas cosas llenaron los numerosos templos protestantes de Sucumbíos y vaciaron nuestras pocas y pobres capillas.
Estamos felices porque con la labor comenzada por los heraldos y continuada por los nuevos diocesanos, se nos abre un camino de renovación hacia el futuro, cortando la noche oscura populista, igualitaria y triste en que la fe se fue apagando, la desesperanza fue cundiendo y el amor se marchitó. Los carmelitas nos abrieron una era de oro hace setenta u ochenta años, pero otros desviaron el camino y nos sometieron a una durísima prueba.
Los católicos de Sucumbíos profesamos nuestra fe no por el Concilio o por Medellín, sino por Jesucristo que fundó su Iglesia, Iglesia que desde hace dos mil años no cesa de crecer en santidad y en fuerza (a pesar de las maldades de sus hijos), sembrando la buena semilla en medio de pruebas y luchas; por eso estamos cosechando con alegría. En Sucumbíos, particularmente, después de las tinieblas ha rayado la luz.
Sabemos que el magisterio nos viene de Roma y de los Obispos en comunión con el Papa, y valoramos no solo al Concilio y a Medellín, sino a todos los Concilios y a todas las Conferencias. El magisterio no nos viene de las interpretaciones que dan las organizaciones populares, las asambleas auto convocadas, los animadores sociales o los “ministerios” instituidos, la radio Sucumbíos o la Federación de mujeres… tampoco nos viene de los sacerdotes rebeldes y orgullosos.
A pesar de que se quiere sepultar el legado bendito de la fe católica que nuestros santos como el Santo Hermano Miguel Febres Cordero, Santa Narcisa, Santa Mariana de Jesús, y muchos otros bienaventurados testimoniaron, y que se pretende remplazar ese legado por una pesadilla que habría soñado el beato Juan 23 y que Ghandi (personaje ajeno a nuestra fe) alentaría con su grito laico “ni un paso atrás”, los católicos de Sucumbíos nos aferramos a la Eucaristía, al rosario, al servicio desinteresado a los demás. A los sacramentos, a los mandamientos y a la disciplina eclesial.
Auguramos al Padre Pierre una vuelta a su país de origen para que no siga sembrando división y odios en el Ecuador. Deseamos especialmente que no vuelva a poner los pies en nuestro Vicariato, dado que se identifica con los tres sacerdotes isamitas de aquí que y con otros activistas locales que están llenos de sentimientos de odio y de venganza…
Los católicos de Sucumbíos no gritamos esos lemas bélicos y amenazantes: “ni un paso atrás” o “no nos moverán”. Más bien elevamos los ojos al cielo, juntamos las manos en oración y proclamamos como nuestro patrono San Miguel ¿Quién como Dios? A la Virgen santísima le decimos: ¡Madrecita buena del Cisne, ayudadnos!
Si el P. Pierre se considera siempre sacerdote católico (pues más se destaca como agitador social o como mediocre columnista de periódico) que haga lo mismo: que invoque a Dios y a María… no sin antes reconciliarse con el Señor a través de sacramento de la confesión. ¡Qué bendición y qué milagro sería si esto sucediese! Es lo que, para su bien -pues nuestro Evangelio no es de odios y venganzas- ardientemente le deseamos al Padre Pierre los católicos de Sucumbíos.
sucumbiosinformacion@gmail.com
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