viernes, 18 de noviembre de 2011

Dedicado al P.Pierre, un heraldo de otro evangelio

 Padre Pedro Pierre (P. Pierre Riouffrait) llegando a nuestra provincia,
es recibido en Isamis por P. Jesús Arroyo OCD (uno de los carmelitas
que promovió la rebeldía contra la Santa Sede en Sucumbíos)

Los católicos de sucumbíos estamos felices porque nos hemos liberado de Isamis, un organismo partidista y excluyente, que solo valoraba a sus pocos miembros, ignorando a la generalidad de los fieles e impidiendo, o dando largas, a que nuestros niños y adultos se bauticen, comulguen, se confiesen, se confirmen, sean ungidos, ordenados o se casen. Para tener ciudadanía en la iglesia diferente de Isamis nos pedían dinero y trabajo. Durante décadas, no conocimos la acogida, la misericordia y el desinterés. Y en el último año conocimos con estupor la agresión, el desprecio y la mentira. Estas cosas llenaron los numerosos templos protestantes de Sucumbíos y vaciaron nuestras pocas y  pobres capillas.

Estamos felices porque con la labor comenzada por los heraldos y continuada por los nuevos diocesanos, se nos abre un camino de renovación hacia el futuro, cortando la noche oscura populista, igualitaria y triste en que la fe se fue apagando, la desesperanza fue cundiendo y el amor se marchitó. Los carmelitas nos abrieron una era de oro hace setenta u ochenta años, pero otros desviaron el camino y nos sometieron a una durísima prueba.

Los católicos de Sucumbíos profesamos nuestra fe no por el Concilio o por Medellín, sino por Jesucristo que fundó su Iglesia, Iglesia que desde hace dos mil años no cesa de crecer en santidad y en fuerza (a pesar de las maldades de sus hijos), sembrando la buena semilla en medio de pruebas y luchas; por eso estamos cosechando con alegría. En Sucumbíos, particularmente, después de las tinieblas ha rayado la luz.

Sabemos que el magisterio nos viene de Roma y de los Obispos en comunión con el Papa, y valoramos no solo al Concilio y a Medellín, sino a todos los Concilios y a todas las Conferencias. El magisterio no nos viene de las interpretaciones que dan las organizaciones populares, las asambleas auto convocadas, los animadores sociales o los “ministerios” instituidos, la radio Sucumbíos o la Federación de mujeres… tampoco nos viene de los sacerdotes rebeldes y orgullosos.

A pesar de que se quiere sepultar el legado bendito de la fe católica que nuestros santos como el Santo Hermano Miguel Febres Cordero, Santa Narcisa, Santa Mariana de Jesús, y muchos otros bienaventurados testimoniaron, y que se pretende remplazar ese legado por una pesadilla que habría soñado el beato Juan 23 y que Ghandi (personaje ajeno a nuestra fe) alentaría con su grito laico “ni un paso atrás”, los católicos de Sucumbíos nos aferramos a la Eucaristía, al rosario, al servicio desinteresado a los demás. A los sacramentos, a los mandamientos y a la disciplina eclesial.

Auguramos al Padre Pierre una vuelta a su país de origen para que no siga sembrando división y odios en el Ecuador. Deseamos especialmente que no vuelva a poner los pies en nuestro Vicariato, dado que se identifica con los tres sacerdotes isamitas de aquí que y con otros activistas locales que están llenos de sentimientos de odio y de venganza…

Los católicos de Sucumbíos no gritamos esos lemas bélicos y amenazantes: “ni un paso atrás” o “no nos moverán”. Más bien elevamos los ojos al cielo, juntamos las manos en oración y proclamamos como nuestro patrono San Miguel ¿Quién como Dios? A la Virgen santísima le decimos: ¡Madrecita buena del Cisne, ayudadnos!

Si el P. Pierre se considera siempre sacerdote católico (pues más se destaca como agitador social o como mediocre columnista de periódico) que haga lo mismo: que invoque a Dios y a María… no sin antes reconciliarse con el Señor a través de sacramento de la confesión. ¡Qué bendición y qué milagro sería si esto sucediese! Es lo que, para su bien -pues nuestro Evangelio no es de odios y venganzas- ardientemente le deseamos al Padre Pierre los católicos de Sucumbíos.

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