Al Padre Pablo Richard, “teólogo y biblista”, el blog de las “Redes Cristianas” le ha publicado una nota el 5 de julio de 2011 bajo el título:
“La participación de la mujer en la Iglesia exige un nuevo modelo de iglesia”.
Como el tema y el teólogo son del agrado de Isamis, transcribimos la nota glosándola en cada párrafo. La glosa es indispensable para desintoxicar al lector desavisado.
Creo que el problema de la participación de la mujer en la Iglesia sólo se entiende dentro de una definición eclesiológica global. Cuando Jesús entró en el templo lo definió como “cueva de bandidos”.
No es verdad. Jesús definió al templo como “casa de oración” a la cual los vendedores y traficantes la habían convertido en “cueva de bandidos”. Jesús iba a menudo al templo; ¿Cómo iba el Señor a frecuentar una cueva de bandidos? Sería una blasfemia suponerlo.
El pueblo judío es en gran parte de una religión del templo, y en este tipo de religión la participación de la mujer es impensable.
Tampoco es verdad. Lo propio de la religión judaica es el culto a un único Dios que se manifiesta –o no- en la zarza, en el Sinaí, en la tienda, en el templo, etc.; la cuestión del lugar es totalmente secundaria. Actualmente el pueblo judío no tiene templo y sigue practicando su religión. Cuanto a lo “impensable” de la participación de la mujer en el templo es igualmente falso. La profetisa Ana y la propia Virgen María, consagrada e entregada al servicio del templo desde niña, lo prueban. ¿Qué atributos o poderes quiere dar el P. Richard a las mujeres? ¿Los que él ha descuidado al dejar su ministerio y casarse?
El ministerio “sacerdotal” es algo propio de la religión judía.
No solo. También de la religión católica, ortodoxa, musulmana, budista, etc.; paganos y gentiles, ya sean politeístas o monoteístas, tienen sus sacerdotes. Además, en cultos grecorromanos y egipcios había también sacerdotisas.
La Iglesia cristiana no está en ésta tradición del templo; ni los hombres, ni las mujeres.
El templo es un accidente en la historia de la salvación. Los templos de nuestra Iglesia son útiles para el culto. Pero los cristianos sabemos que el templo por excelencia es cada hombre y cada mujer bautizados y en gracia de Dios.
Debemos realizar una “des-sacerdotalización” de la Iglesia, es decir, no pensar la Iglesia en términos de Templo y Sacerdotes.
¡Barbaridad; si es justamente el sacerdocio ministerial -junto con la celebración Eucarística que le fue encomendada perpetuar y que se realiza en los templos- la mayor riqueza de nuestra Iglesia! ¿Una iglesia donde no exista el perdón de los pecados ni la transubstanciación? No, gracias.
En la tradición cristiana de Jesús hay “presbíteros”, que no es un ministerio sacerdotal, sino de hombres y mujeres encargados de la fe de la comunidad.
Aquí, más que una barbaridad, se trata de una ignorancia. Pues demuestra un desconocimiento del Evangelio. ¿Y la investidura y mandato que dio Jesús a sus apóstoles? ¡Que un “biblista” afirme eso!
Si hablamos en la Iglesia de “sacerdotes”, ni la mujer ni tampoco el hombre deberían ser ordenados como sacerdotes.
No se sabe por qué (?)… De todas maneras la pertenencia a la Iglesia nos hace a todos, hombres y mujeres, sacerdotes, profetas y reyes.
Jesús siguió más bien la tradición de la sinagoga judía, que no es un lugar de culto, sino de enseñanza.
¿Y cuál es la moraleja? Ah… debe ser que la Biblia está sobre la Eucaristía. Un libro (aunque sea inspirado) por encima de la presencia real el mismo Dios; eso es otra aberración… en un “teólogo”. Además, lo que vale para la sinagoga no vale para la Iglesia. Son dos cosas diferentes.
El cristianismo avanzó en la inclusión de la mujer como maestra, en igualdad con el hombre. Por lo tanto afirmar “nunca más una Iglesia sin mujeres”, significa también “nunca más una iglesia de sacerdotes”.
¡Qué locura! Definitivamente se trata de otra religión. Gracias a Dios la mayoría de los católicos practicantes somos mujeres y así garantizaremos con brío la continuidad de la Iglesia ante los atentados de los malos sacerdotes.
El cristianismo no nació en un “altar”, sino en una “mesa”, donde todos y todas participan.
El padre Richard no solo no cree en la presencia real sino que tampoco en la redención. Además, en la última cena no consta que participaran mujeres. Pero nuestro “biblista” debe de haber hecho estudios especializados en evangelios apócrifos.
El problema no es la mujer, sino la Iglesia.
¿La Iglesia es un problema? ¡Pero si ella es precisamente la solución! El Padre Richard no cree en la Eucaristía, ni en la redención, ni tampoco en la Iglesia. Al menos cree en “la mujer”, en una mujer hecha a su antojo que no tiene como padrón a la Virgen María, modelo de fidelidad, pureza y humildad.
Integrar a la mujer en el actual modelo de Iglesia sacerdotal y jerárquica sería negativo para la mujer.
¿Y las grandes mujeres de la historia de la Iglesia? María Magdalena, Juana de arco, Clara de Asís, Teresa de Ávila. Edith Stein, Teresa de Calcuta... Como fueron mujeres que se integraron en la Iglesia sacerdotal y jerárquica, la que fundó Jesús, fueron personas “insignificantes”.
El ministerio fundamental en la Iglesia hoy es el “Ministerio de la Palabra”, no el “Ministerio sacerdotal”.
Pero ¿La Iglesia de hoy es diferente de la de ayer? Si es así, se trata otra iglesia. Como la iglesia de Isamis que bien conocemos.
Cuando la Iglesia reduce el ministerio a Obispos y Sacerdotes, la inclusión de la mujer es negativa para la mujer.
El Padre Richard es clasista, racista y sexista y lleno de fobias. Solo estará conforme cuando vea sobre el trono de San Pedro a una mujer, a una papisa. Pero es prudente, no llega a decir eso…
Cuando tengamos una Iglesia de maestros y profetas, la participación de la mujer será indispensable.
Mientras tanto, como la Iglesia es de burros y de ciegos, lo mejor es apostatar y fundar otra.
Pueden disputarse entre el Padre Richard, fray Boff y Mons. Gonzalo la calidad de profeta, maestro y fundador de esa nueva iglesia. Veremos si las mujeres se afilian a esa iglesia con más éxito que a la Federación de Mujeres de Sucumbíos.
OJO, Es sabido por todos que el cura Pablo Richard tiene mujer e hijos.
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