“ 5. En la Diócesis de San Miguel de Sucumbíos, la correlación de fuerzas católicas se da entre 60 jóvenes y la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos. Los 60, niños bien, recorren las calles con una enorme bandera pontificia (amarilla y blanca) al son de "¡Viva el Papa!", "¡Arriba Nuestra Señora de Fátima!". Los acompaña el reventar de cohetes. Los de la I. de San Miguel son asambleas eclesiales de raigambre humilde con la bandera del Evangelio cuyo color nadie sabe, pues flamea en los corazones.” Simón Espinoza Cordero. Windows 2011, diario El Hoy, 20 de agosto 2011.
Ya es un honor el que nos concede Simón Espinoza (“escritor ecuatoriano de enorme prestigio” según el Réseau Voltaire International) al considerar una “fuerza” y de confesión “católica” a los que manifestamos pacíficamente nuestra perplejidad en Sucumbíos. Gracias.
Pero en su evaluación se equivoca tremendamente el citado escritor. Pues no son 60 jóvenes por un lado (si bien que la fuerza es joven –otro reconocimiento honorable) y la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos por el otro. Son la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, la verdadera (y que bueno que no la llamó Isamis –este epíteto está bastante desprestigiado) y los 60 dinosaurios irreductibles de siempre, agarrados a beneficios y muy poco practicantes, por cierto.
Lindos reconocimientos también al constatar que seamos “niños bien”, que llevamos la bandera del Papa, que amamos a la Virgen y lo del ruido de los cohetes que nos dan un aire triunfal ¿Qué mejor? Muchas gracias.
Habría que aclarar cuál es el Evangelio que flamea en los corazones de los participantes de esas “asambleas eclesiales” a que hace referencia, si son los cuatro Evangelios canónicos o si son otros apócrifos, el evangelio de Judas, por ejemplo. En todo caso, lo que los católicos de Sucumbíos conocemos de las asambleas que lidera el P. Edgar Pinos, al son de la guitarra de una monja nicaragüense, en las que opina con voz y voto la indigenista suiza Magdalena Blasser, y cuyos resultados ya trae más o menos cocinados de Puerto Libre la hermanita española Susana Alonso, son más bien de raigambre extranjera, heterodoxa, jactanciosa… y poco humilde. A no ser que llamen “asambleas eclesiales” a los paros, las marchas y las mingas.
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