El viaje a Quito la semana pasada estuvo lleno de alegrías al reencontrarnos con amigos que hacia tiempo no veíamos. Pudimos compartir sobre muchos asuntos. Y no podía dejar de interesarles a los que viven en la capital lo que esta aconteciendo en la provincia de Sucumbíos.
Cuando hablamos con personas que nunca han estado en el Oriente ecuatoriano, la mayor parte sigue imaginándose que los nativos que todavía subsisten dentro de las intrincadas selvas amazónicas, son criaturas al margen de la historia y al margen, incluso, de la descendencia común de todos los hombres: no tienen nada que ver con Adán y Eva. Del Dios verdadero, ni saben lo que es eso...!
La realidad no es así. Nuestro territorio, Ecuador, es pequeño porque los países limitrofes, en tiempos idos y no tan antiguos, se fueron posesionando de tierras y tierras abandonadas y colocando sus marcos territoriales donde les venía en gana.
La acción misionera de la Iglesia Católica se hizo notar desde los primeros años del "descubrimiento" de América. Hubo misioneros franciscanos, hubo misioneros mercedarios, hubo misioneros agustinos y hubo misioneros dominicos. Y luego llegaron con fuerza renovadora los jesuitas, y fueron cumpliendo con el mandato de Nuestro Señor Jesucristo de bautizar a todos los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y la gracia de Dios fue penetrando en aquellos pueblos primitivos, primitivismo en el que habían caído como consecuencia del pecado. Y el demonio los mantenía sujetos a sus creencias y prácticas antinaturales. Dios les mantuvo una luz de esperanza, que vieron ellos llegar con el Evangelio y los misioneros.
A medida que la civilización moderna se fue estableciendo por todas partes, estas regiones selváticas fueron quedando en manos de aventureros, pues el conforto de las capitales atraía a los más sencillos. Cuando apareció el petroleo, el oro negro del siglo XX, la posibilidad de encontrar trabajo mejor remunerado, hizo llegar a estas regiones otra clase de colonos y comerciantes.
Las luchas ideológicas del final del siglo XIX (digamos, entre liberales y conservadores) se fueron agudizando y las nuevas ideologías materialistas y marxistas penetraron en los estractos intelectuales de nuestra sociedad. Y la Iglesia, que se debatía internamente en lo que se conoce como "modernismo" (radicalmente condenado por el Santo Papa Pío X) no estuvo al margen de esta influencia nefasta.
Como una "revolución de intelectuales" (que ocupan los puestos, pero no se manchan las manos) necesita la "carne de cañón" (las masas populares), se hacia necesario crear este descontento de las clases menos favorecidas. Y para este trabajo fue preparado un "clero", que tenía acceso al pueblo, para ir creando las condiciones de que se pudiera dar esa "agitación social". "Los derechos de unos y de otros"; "la opresión de las clases dirigentes"; "no queremos una iglesia acomodada, sino en defensa de los pobres", etc. etc.
En estas circunstancias, con toda una infraestructura ya existente, llegó Fray Gonzalo López Marañón, OCD, con sus "nuevos" misioneros carmelitas y "mandaron a casa" a los carmelitas que habían dejado su vida, su sangre y su juventud en estas tierras de Misión. Algunos, al ser "tirados" de lo que había sido su vocación, perdieron hasta la cabeza y tomaron otro rumbo.
En el silencio de 40 años de trabajo social, el Capitán del nuevo Navío, Fray Gonzalo OCD, fue montando la estructura del Isamis; seleccionando los "nuevos misioneros" que deberían formar parte de los equipos de "catequesis", y creando una estructura socio-política que al tiempo daría sus frutos concretos.
Se fueron formando líderes que iban tomando el control de toda la vida social y religiosa. Contactos en Ecuador y en el mundo, especialmente norteamericano, donde ya existían numerosas ONGs que tenían esta mentalidad ecológica y de libertad sexual. De Europa no se abandonaban los contactos existentes, pues los carmelitas eran todos llegados de aquellas tierras; y el "progresismo religioso" había dado buenos frutos.
Pero paramos por aqui para sacar una conclusión que nos ha llegado de España en estos días previos a la Jornada Mundial de la Juventud.
Mientra la España Católica se preparaba con fervor para recibir al "Dulce Cristo en la Tierra", el Santo Padre, de lo alto de sus "torreones cibernéticos" ex-curas, ex-monjas, ex-teólogos, ex-religiosos, ateos y grupos de diferentes géneros de sexualidad que se amparan en parroquias y conventos, aullaban de odio y encontraban amplia repercusión en medios de prensa importantes.
Llegó la hora de la verdad: más de cien asociaciones convocantes para una gran marcha de protesta contra la visita del Papa... y menos de dos mil personas lograron reunir para mostrar al mundo lo ridículo de su contingente.
Y la pregunta que nos hacemos desde Nueva Loja y que nos gustaría hacérsela llegar a Mons. Polibio Sánchez y demás miembros de la progresía ecuatoriana: ¿tienen certeza de cuantos miembros son los del Isamis? ¿Y a cuánta gente consiguen reunir las monjitas lauritas, y las anas y las otras? Y si se quedan sin sus hombres de apoyo, aguantarán ellas el embate de la nueva evangelización.
Quizás se haga necesario una renovación completa en el Vicariato. ¡Dios quiera! Que se vayan con su "zapatero" toda esta gente que llegó de España, y que el presidene Correa no se meta en asuntos que no son de su competencia. Y Dios le libre de la enfermedad presidencial que de uno y otro lado afecta a sus amigos. Hemos tenido una semana de vacaciones, señor presidente. Le deseamos que las pueda prorrogar... eternamente!
Tomado de: http://www.sucumbiosecuador.blogspot.com/
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