jueves, 29 de diciembre de 2011

¿Ser o no ser católico? esa es la cuestión

Hay que saber que lo normal es que un Vicariato Apostólico sea dirigido por un Vicario Apostólico, que suele ser un Obispo titular. Así fue en Sucumbíos con Monseñor Gonzalo hasta el 30 de octubre de 2010. Nos guste o no nos guste.

El manejo de un Vicario Apostólico es un ejercicio vicario de la jurisdicción del Papa, es decir, que el territorio está directamente bajo el Papa como "obispo universal", y éste ejerce su autoridad a través de un Vicario, de un Delegado o de un Administrador. Como cualquier otra jurisdicción territorial eclesiástica, un Vicariato Apostólico puede ser administrado por un sacerdote nombrado temporalmente administrador apostólico. Fue lo que pasó durante unos meses. Nos guste o no nos guste.

Pero ahora, sin Obispo y sin Administrador, nos preguntamos: ¿Qué autoridad tiene en Sucumbíos una “Asamblea Diocesana” que persiste en pretenderse autoridad local, cuando el Código de derecho Canónico dice expresamente que “al vacar la sede, cesa el consejo pastoral”? (canon 513, 2). Esto significa que los sacerdotes y laicos de consejos, asambleas y unidades pastorales de Isamis deben estar en total disponibilidad. Les guste o no les guste.

Pero… en nuestra Iglesia de Sucumbíos, bajo el mando, real o ilusorio, de Isamis, todo funciona mal, al revés y diferente de las otras diócesis y Vicariatos:

·         Al Papa no se le reconoce la potestad, ni de hecho ni de derecho,
·         Al Obispo saliente se le da un culto como si continuase siendo Vicario,
·         Al que fue Administrador Apostólico se lo desconoció y se lo combatió sin tregua,
·         Al Delegado Pontificio se le ponen condiciones con lo que lo limitan en sus funciones,
·         A las demás autoridades legítimas de nuestra Iglesia (como el Nuncio Apostólico, el Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, el Prefecto para la Evangelización de los Pueblos) se las contesta y critica abiertamente, rompiendo la comunión eclesial y caracterizando así un cisma formal o, por lo menos, latente.
·         Pero quizás lo más chocante para nosotros los católicos de esta provincia, es que una dicha “Asamblea Diocesana” auto convocada y no ratificada por nadie, se erige como autoridad suprema para dirigir y decidir los rumbos del Vicariato. Y, lo peor, con el apoyo de políticos locales y nacionales.

Todo esto es una aberración eclesial y un problema que no puede prolongarse. Se trata de otra iglesia, de una iglesia no solo diferente, como dicen ellos, sino opuesta a la Iglesia Católica. Una iglesia autogestionaria, una secta. La secta Isamis.

¿Hasta cuándo Diosito?



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