viernes, 3 de febrero de 2012

Las cacofonías de la CER

El dos de febrero se celebró la Jornada Mundial de la Vida Religiosa. En la Iglesia universal, cantidad de celebraciones subrayaron armoniosamente la importancia de este día. Pero en Ecuador hubo una desafinación…

El Santo Padre presidió la Eucaristía en San Pedro de la que participaron cinco mil religiosos. El pontífice subrayó que, siguiendo el ejemplo de Jesús, los religiosos deben aceptar la castidad, la pobreza y la obediencia “como auténtica regla de vida, reforzando la fe, la esperanza y la caridad que unen a Dios e  invitó a las congregaciones e institutos religiosos a comprometerse “con entusiasmo” en la nueva evangelización (EFE, Vaticano, 3/2/12).

Por su parte, el Prefecto para la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el Cardenal brasileño electo Joao Braz de Aviz, afirmó en una entrevista al Osservatore Romano “Ante la crisis de los religiosos, confiar en la acción de Dios y volver al carisma original”.

Numerosos Obispo también se han pronunciado sobre la Vida religiosa en esta fecha significativa como por ejemplo el de Santiago de Compostela que escribió entre otras cosas: “Los Consagrados han de anunciar a Cristo, dejándose interpelar por la Palabra de Dios y los signos de los tiempos, sin necesidad de sentirse aventureros ni dejarse dominar por la impaciencia. La falta de realismo y de madurez lleva a posturas estériles y frustrantes (…)”. (Carta Pastoral en el día de la Vida Consagrada, febrero de 2012)

Asimismo, diversos superiores de congregaciones religiosos se han dirigido a sus miembros en este día festivo, hablando de sus deberes irrenunciables e impulsándolos a la conversión y a la evangelización. Por ejemplo, el Padre Sergio Geremia, superior general de los Escalabrinianos, escribió, recordando las palabras del beato Juan Pablo II en la Exhortación apostólica Vita Consecrata n. 81: “Las personas consagradas, en virtud de su vocación específica, están llamadas a manifestar la unidad entre autoevangelización y testimonio, entre renovación interior y apostólica, entre ser y actuar, poniendo de relieve que el dinamismo deriva siempre del primer elemento del binomio”. Y concluyo con una cita del papa Benedicto XVI: “Este es el testimonio de la santidad a la que Dios os llama, siguiendo muy de cerca y sin condiciones a Jesucristo en la consagración, comunión y misión. La Iglesia necesita de vuestra fidelidad joven arraigada y edificada en Cristo. Gracias por vuestro 'sí' generoso, total y perpetuo.” (ver site Scalabrini.org 2/2/12)

El prestigioso escritor católico español, Juan Manuel de Prada, agradeció la labor de los consagrados, pero indicó que "esta gratitud no nos exime de señalar lo que consideramos fallas en la vida consagrada; la principal de las cuales es la secularización o asimilación al mundo, ‘cuyas posiciones se adoptan porque se desespera de conquistarlo desde posiciones propias’". (La Gaceta, 1 de febrero de 2012).

Pues en Ecuador, la CER publicó un Mensaje XVI Jornada de la vida Consagrada 2012 donde se hace patente un lenguaje retorcido y angustiado que pareciera no echar mayor luz. Dice, por ejemplo, entre otras cosas:

“Esta fiesta de la Presentación nos sale al encuentro en medio de una realidad siempre compleja y ambigua, de contrastes desconcertantes que nos desafían a tener otra mirada, otra lucidez, otros registros, otros caminos de aprendizaje. Hay polaridades en nuestro mundo y en nuestro país que nos roban la paz y la esperanza: revoluciones que saben a continuismo, clamor de libertad e intolerancia, juegos de poder y valor de lo germinal, consumo imparable y signos de sencillez alternativa, redes por la vida y violencia creciente, sencillez profética y confusión eclesial, comunión y división oportunista, depredación y cuidado de la tierra, heredad de todos.(…)

Nuestra vocación en la Iglesia ha sido vivir a la intemperie y apostar por la aventura del seguimiento a pie y sin cálculos. No renunciemos a  nuestra matriz fronteriza (…)”

Cuando comparamos estas reflexiones con las que nos ofrece el Papa u otras personas que hemos citado, constatamos: claridad, coherencia y el ir a lo esencial, por un lado. Verborragia y falta de rumbo por el otro.  Además, resentimiento y el avivar brasas que quisiéramos de una vez por todas apagadas: entre las “Opciones de la CER 2011-2014” leemos: “ 1] Concretar la Misión intercongregacional en lugares de frontera del Ecuador y apoyar a las comunidades religiosas y el Vicariato de Sucumbíos. a] Seguir trabajando en el compromiso por la reconciliación de Sucumbíos”.

La CER no debe olvidar que en la fiesta de la Presentación Jesús se nos muestra no solo como “luz para las naciones”  sino también como “signo de contradicción”. Es inevitable que cuando no se acoge la luz de Cristo, surjan contradicciones; y pretender reconciliar sin corregir, no tiene sentido. En la óptica de la CER, por lo que escriben y de la manera que actúan, da la impresión que el “compromiso por la reconciliación de Sucumbíos” no lo hacen a la luz fulgurante del Divino Niño sino, como en Isamis, al impulso de una utopía mal definida. Y que quieren mezclar sin mayor ceremonia en aquella iglesia local, “de frontera”, como dicen, el agua y el aceite que son incompatibles.

Lo peor es que predican pero no practican. Recordemos que durante la administración anterior en el Vicariato de Sucumbíos, mientras la Conferencia Episcopal Ecuatoriana hacía un llamado al diálogo (“Propiciar el diálogo” se titulaba la declaración de la CEE), al mismo tiempo el Padre Pinos de Isamis escribía en carta a los Obispos Jesús Esteban Sádaba, Néstor Herrera y Víctor Corral: “no es posible llevar adelante ningún diálogo” (Ver blog isamis2010). ¿Esto es trabajar por la reconciliación?

Y en la carta del 25/5/11 “La CER ante la situación de crisis de la iglesia de Sucumbíos”,  declaraban: “No podemos acoger el procedimiento poco evangélico de transición de la responsabilidad misionera de los Carmelitas Descalzos hacia el nuevo Administrador Apostólico, ni la decisión de “organizar el Vicariato e implantar de manera diferente todo el trabajo pastoral”. Es decir, contestando abiertamente el procedimiento del Santo Padre (que fue coronado con la retirada de los frailes carmelitas) y de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. ¿Esto es trabajar por la reconciliación?

Estas declaraciones de la CER, como todas las de Isamis, son jactanciosas. No tienen el aroma agradable de la auténtica vida religiosa vivida bajo la bandera de la catolicidad.

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