Vamos a ver; a los sucumbienses no nos interesa tanto las cuestiones dogmáticas o históricas sino lo que estamos viviendo en nuestra iglesia, lo que vimos y experimentamos en carne propia.
Sencillamente, aquí constatamos los frutos de cuarenta años de pastoral de isamis y la esperanza que brilló con la llegada de la nueva administración. Vimos la novedad que los heraldos nos trajeron y el resurgir de la fe en nuestra provincia. Vimos también la oposición y hasta las groserías que carmelitas, diocesanos y afines (Radios Sucumbíos, Federación de mujeres, etc.) demostraron hacia los nuevos misioneros enviados por el Vaticano y continuamos a ver actitudes de unos y de otros. Estamos muy atentos a eso.
En el ejercicio de nuestros derechos humanos, vamos viendo, juzgando y actuando. Todos los días hacemos procesiones y oraciones por nuestra Iglesia y trabajamos para que se conozca la verdad, en la esperanza de que el Vaticano seguirá interviniendo y que por fin habrá orden en Sucumbíos.
No queremos oír hablar de inquisición, de maniqueísmo, de infalibilidad pontificia ni de mística carmelita. Tampoco nos interesa lo que pudieron decir o hacer en otros tiempos el Obispo Gonzalo, el Padre Rafael o Ricardo del Campo. Nos interesa Sucumbíos, no Chile, ni Argentina, ni Francia.
Queremos que se atienda a nuestras necesidades del alma y del cuerpo. Pensamos en nuestros hijos y nietos. Pensamos en la vida presente y futura.
Por eso decimos una vez más: basta de odios, de historias y de mentiras. Ya que no tenemos más aquí a nuestro Administrador Apostólico, esperemos las noticias que nos traigan de Roma el Delegado Pontificio, el Presidente de la Conferencia Episcopal y el Nuncio de Su Santidad. Es todo.
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