Las iglesias y capillas de Sucumbíos

Indiscutiblemente hay muuuuuuuuuchas capillas en el Vicariato Apostólico de Sucumbíos; lo sabemos. Conocemos los lugares y caminos diversos de la provincia y no solo Lago Agrio. Hemos constatado, efectivamente, la existencia de iglesias y de capillas.

El problema es el abandono y el descuido en que se encuentran todas ellas. Sí, todas ellas (la iglesia de Santa Bárbara podría ser la excepción que confirme la regla). En general, las capillas e iglesias de la provincia están habitualmente cerradas y prácticamente ninguna terminada de construir. Es deprimente entrar en ellas. El Santísimo Sacramento está ausente (claro, si los sacerdotes no las frecuentan) y, cuando está presente, lo está en condiciones lamentables, sin seguridad, sin lamparita, sin adoradores. Raramente o nunca se celebra una Eucaristía en las capillas, y cuando hay una celebración religiosa, la dirige personas sin carisma ni preparación –aunque con buena intención- como suele suceder en ciertos cultos evangélicos.

A menudo bolsas de cemento, ladrillos, maderas, fierros, (promesas de una obra que no se concluye nunca…) y otras cosas impropias en un lugar santo, suplantan a las imágenes, los altares, los cuadros, en fin, los diversos símbolos propios de un templo. Esto vale tanto para la catedral de Lago, cuanto para la más humilde capillita perdida en la selva. En las capillas que tienen más vida y movimiento se hacen reuniones, se planean mingas y marchas, se come, se danza… y se reza poco. Es la realidad.

 Sucede que esto responde a una intención explicita y declarada por Monseñor Gonzalo y sus misioneros. El ex Obispo ha dicho:

“La referencia cristiana mejor no es el templo sino la comunidad”.

“La iglesia no es la catedral, sino un camino. Y ese camino es el que hemos construido en Sucumbíos en estos cuarenta años de acción pastoral”.

“Y la Iglesia qué hizo, ¿construyó una gran iglesia para que vengan todos? No, nosotros entendimos que teníamos que ir donde vivían ellos. No que ellos tengan que venir donde estaban los misioneros y eso ha sido una característica invalorable de aquella Iglesia (Mons. Gonzalo habla de Sucumbíos desde Quito) Hasta hoy los misioneros saben cualquier camino para llegar hasta la última comunidad. Otros piensan que lo bonito es tener una gran catedral. Nosotros decimos que lo bonito y lo que todos quieren es tener una Iglesia viva y esta se hace donde la gente vive”.

Son ideas originales pero han sido mal aplicadas, pues los templos materiales bien organizados contribuyen poderosamente a construir las vocaciones cristianas.

Como dice el blog de isamis2010, sin dinero, con mano de obra no cualificada, sin legalizar muchas de las propiedades donde están las capillas y no preocupándose con el ornato… pues efectivamente no se va muy lejos. Pero atribuimos esas limitaciones más a la falta de iniciativa y de formación de los animadores y vecinos que a la pobreza. Querer es poder. Después de tantos años y con tantas subvenciones venidas de fuera, el resultado es demasiado mediocre. Resultado, nos quedamos sin los edificios y sin las almas.

Ese es el sentido de lo que se dijo cero capillas y cero iglesias.

En Europa hay miles de templos y capillas bellísimas, deslumbrantes. Pero a menudo están vacías y solo son visitadas por turistas y curiosos. En Sucumbíos, en cambio, hay templos y capillas muy descuidadas y nada acogedoras para una numerosa población huérfana y abandonada… más o menos como sus capillas.

Con dolor repetimos: cero iglesias y cero capillas. Porque una capilla o un iglesia que no está a la altura de su función y no cumple con su razón de ser, es igual a poco o a nada. Es igual a cero.

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