miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡Qué manera de esperar la audiencia con el Papa!

El Delegado Pontificio antes de viajar a Roma se reúne en la casa
Diocesana del Vicariato (con el clero rebelde): 
(De izquierda a derecha)  P. Edgar Pinos, P. Raúl Usca,
P. Pablo Torres, P. Armando Olaya y Mons. Polibio Sánchez


Los de Isamis se reunieron con el Delegado Pontificio en las vísperas de su viaje a Roma para “trasmitirle sus preocupaciones ante el estancamiento en que se encuentran tanto el proceso de reconstrucción de la iglesia local como el proceso de reconciliación de la provincia”.

La reconstrucción de la iglesia local se comenzó a hacer precisamente en noviembre del 2010 por parte de los misioneros enviados por el Vaticano. Pero los de Isamis, los mismos que ahora “se preocupan”, impidieron por todos los medios llevar adelante esa reconstrucción, burlándose y criticando la carta del Cardenal Iván Días en que decía que el nuevo administrador “tendrá que reorganizar el Vicariato de manera diferente…” etc. No lo dejaron. Pero al menos quedó claro para Sucumbíos, para el Ecuador y para el mundo lo que sucedía en nuestra provincia.

Cuanto a la reconciliación, los de Isamis pasan por encima del hecho de que eso implica en un reconocimiento de errores y en un cambio de actitudes. Su soberbia les impide eso. Solo tienen la razón y no se les puede cuestionar nada. ¿Cómo puede haber reconciliación así? ¡Si hasta parece una broma! Hablan de sanar y reconciliar, de diálogo y de inclusión (es su discurso permanente) pero en la realidad son irreductibles en sus malogradas posturas y destilan desprecio y odio a los que no piensan como ellos.

La paz en un don de Dios y no un capricho humano. Y para recibir ese don hay que estar en armonía con él y con los demás ¿Aprenderán algún día esta verdad los isamitas?

Atención: a los sucumbienses o nos interesa mayormente que evangelicen en nuestra provincia carmelitas, jesuitas, heraldos o capuchinos. Queremos sacerdotes y misioneros católicos, amables, amigos, humildes y valientes. Que amen a la Iglesia y que nos quieran. Que respeten nuestros derechos y nos muestren el camino de la santidad. ¿Es pedir demasiado? Que realmente “reconstruyan” sobre roca la fe y toda la labor social, para que no volvamos a la noche oscura de la que no terminamos de salir. Roma nos ayudará.


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