lunes, 11 de julio de 2011

Las derivas de una “teóloga laica” simpatizante de Isamis

El bolg isamis2010 publicó un mensaje que titula “Desde Colombia” firmado por una señora que se presenta como “teóloga laica”. Hubiera bastado poner simplemente teóloga o, mejor, licenciada o doctorada en teología. Es la usanza normal. Presentarse como “teóloga laica” es un disparate, ya que no existen “teólogas clérigas”, a no ser en Isamis, pero solo de hecho, no de derecho.

Dice la “teóloga laica” que la intervención de la autoridad eclesiástica en Sucumbíos fue “por incomprensión”. No fue así. Fue precisamente por haber comprendido la gravedad del desvío que se vive allá, después de tantos años de análisis y constataciones.

Sobre el “modelo empírico de Iglesia” (?), la teóloga laica tiene una apreciación totalmente alejada de la realidad: Isamis no es un eco fiel del Concilio Vaticano II ni hay una gran riqueza de ministerios laicales y ordenados: los laicos “comprometidos” con esa iglesia estaban abocados a una labor casi exclusiva y supuestamente social y humanitaria; ni siquiera eran fieles cumplidores de la Eucaristía  dominical. La “riqueza”  de los ministros ordenados se cifra en tan solo cuatro sacerdotes diocesanos y diez diáconos permanentes con formación y testimonio muy deficiente.

Dice la teóloga laica que el Nuncio le comunicó al Obispo López Marañón que debía salir “sin previa consulta” (se comprende que sus “estudios teológicos” no abarcan lo que es la praxis en materia de gobierno y de diplomacia en la Iglesia). Es falso que Mons. Gonzalo tuviese que abandonar el Vicariato antes de la venida del nuevo Administrador; tenía que estar –y estuvo- para pasarle el encargo. Es igualmente falso que fuese el Nuncio el que dijese a Mons. Gonzalo que debería dejar el Vicariato y el Ecuador; fue el Cardenal Días, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos de quien dependen los Vicariatos.

En cambio, es exacto lo que dice la teóloga laica de que las autoridades eclesiásticas vaticanas y ecuatorianas tenían la intención de implantar un modelo más “ortodoxo”. Sí, pues las derivas de Isamis en materia eclesiológica, canónica, litúrgica, pastoral y moral eran demasiadas.

La línea “pastoral y teológica” de los Heraldos del Evangelio es bien “latinoamericana”: esta congregación nació en el Brasil y actúa con brillo y eficacia en todos los países latinoamericanos con el beneplácito de los Obispos diocesanos. La teóloga laica debe saber que en Colombia, su país, son muy actuantes y queridos. En Ecuador, sus comunidades y misioneros están presentes en varias diócesis. En cambio, la mayoría de los misioneros que actuaban en Sucumbíos eran extranjeros y no precisamente latinoamericanos.

Cuanto al método de “ver, juzgar y actuar”, es una riqueza que desarrolló con genialidad la escolástica tomista y no es ni originalidad ni privilegio de Aparecida. Cualquier persona con sentido común adopta ese método. Y ese método no tiene nada que ver con que las originalidades de Isamis.

En todo el caso que nos ocupa, la respuesta de la “comunidad de Sucumbíos” estuvo a la altura de las circunstancias, pero no según la óptica con que juzga la teóloga laica; el pueblo se volcó a las calles –y lo sigue haciendo todos los días- para apoyar a los nuevos misioneros, mientras que una minoría enquistada en los cuadros del Vicariato y rebelde a las disposiciones de la Santa Sede, recurría a la violencia moral y física. Eso es lo que sabe cualquier ecuatoriano medianamente informado. Esta “teóloga laica” desde Colombia está totalmente equivocada.

Al final de su artículo reconoce al menos una verdad: “No conocemos bien las cosas para juzgar con toda propiedad la situación y poder decir una palabra con toda claridad”.

Cuanto a “orar mucho para que en Sucumbíos no se pierda la experiencia del Espíritu”, la teóloga laica se equivocó nuevamente al escribir Espíritu con E mayúscula. El “espíritu” que animaba la iglesia de Isamis es el espíritu de las tinieblas, el padre de la mentira, satanás ¡En ningún caso el Espíritu Santo!
Por sus frutos se conoce el árbol. La rebeldía y la soberbia mostrada por el Obispo carmelita y por sus frailes dan muy elocuentes muestras del tenor de los frutos de los trompeteados 40 años. Lo mismo el fracaso religioso-pastoral y también la postergación social en que está sumida gran parte de la provincia. Hay que ver, juzgar y actuar...

Auguramos por fin  a la teóloga laica que sea coherente con sus afirmaciones y que no sea arbitraria, ni sospeche ni condene a los Heraldos del Evangelio y a la población de Sucumbíos que hace cuerpo con ellos.


A continuación el mensaje de la "teológa" o "teóloga laica" publicado en el blog isamis2010:

La Iglesia hermana de Sucumbíos
Por Olga Consuelo Vélez, teológa laica.
Desde Colombia:
 Consuelo Vélez, "teológa laica"
Poco se ha oído en los ambientes eclesiales de nuestro país sobre la incomprensión que ha vivido la iglesia de Sucumbíos por parte de la autoridad eclesiástica. Pero la hermandad que debería vivirse entre nuestras iglesias particulares no nos permite quedar indiferentes ante estas realidades de dolor y, por eso, traer a la memoria y seguir solidarizándonos con esa iglesia, es una exigencia evangélica.
Ese vicariato apostólico de la provincia de San Miguel de Sucumbíos -confiado a la Orden carmelita-, situado en Ecuador, ha vivido durante más de 40 años (con todas las luces y sombras que puede tener cualquier modelo empírico de Iglesia) una experiencia comunitaria más cercana a la iglesia delineada por Vaticano II e inculturada en la realidad latinoamericana, signo de vida en esa parte de la Amazonia ecuatoriana, con una gran riqueza de ministerios laicales y ministerios ordenados (diáconos permanentes y sacerdotes diocesanos). Sin embargo, sin consulta previa, el 23 de octubre de 2010 el Nuncio Apostólico le comunicó al obispo Gonzalo López Marañón que en ocho días vendría un nuevo administrador apostólico, conminándolo no sólo a abandonar el vicariato antes de esa venida, sino incluso a dejar el Ecuador en breve plazo. Es verdad que nadie tiene que permanecer en el mismo lugar y ejerciendo la misma responsabilidad –en especial cumplidos ya los 75 años- y que los discípulos de Jesús han de estar dispuestos a los cambios que depare la misión. Pero esa decisión no respondía a tales motivaciones. Detrás había una intención expresa de terminar con ese modelo de iglesia e implantar otro más “ortodoxo”, según el parecer de las autoridades eclesiásticas.
Además, los designados para reemplazar al Obispo López Marañón son reconocidos por promover una línea pastoral y teológica muy distinta a la latinoamericana -vivida en ese vicariato hasta entonces-, orientada por la experiencia y el método pastoral latinoamericano tan valorado en la conferencia de Aparecida: “Muchas voces venidas de todo el Continente ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este método (el latinoamericano ver-juzgar-actuar) ha colaborado a vivir más intensamente nuestra vocación y misión en la Iglesia, ha enriquecido el trabajo teológico y pastoral, y en general ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente” (19).
Ante esos hechos, la comunidad de Sucumbíos dio muestras de su crecimiento y responsabilidad eclesial y sin violencia insistió en el respeto por el proceso vivido. Pero la situación fue tan difícil que hasta el presidente de la República intervino en la cuestión. El obispo López Marañón hizo un ayuno pidiendo la reconciliación de ese pueblo tan querido por él. Después de 6 meses la autoridad eclesiástica pidió también la salida de los que había designado, abriendo así, al menos alguna luz de esperanza de que no se pierda totalmente lo vivido por esa comunidad.
No conocemos bien las cosas para juzgar con toda propiedad la situación y poder decir una palabra con toda claridad. Pero algo nos atrevemos a afirmar: La iglesia parece estar todavía lejos de aceptar la pluralidad de las iglesias particulares, de promover más el diálogo y respeto que merece toda comunidad, de no tener miedo al compromiso evangelizador –con las limitaciones que tenga- que toma en serio la transformación social. En otras palabras, falta mayor confianza en que el Espíritu conduce a la iglesia y la verdad se hace presente de muchas y variadas formas en todo el Pueblo de Dios.
Hay que orar mucho porque en Sucumbíos no se pierda la experiencia del Espíritu vivida en los últimos 40 años pero también porque no haya tanta sospecha, arbitrariedad y, en algunos casos, condenas en el seno de nuestra querida Iglesia católica.

1 comentario:

  1. Por favor conozca nuestra realidad y luego opine o que le pregunten a Monseñor Gonzalo que de cuentas por el año de comunidad y aportes que nos exigían para dar el Sacramento del Bautismo a nuestros hijos, el por que en Lago Agrio no existía un Sacerdote Párroco y en su lugar estaba una Párroco, no religiosa, que nos diga que hizo con la retroescabadora donada a la Finca Doña Godina, o con las donaciones para la catedral que tiene 15 años en construcción, en especial con los últimos $300.000.oo dólaresque dono el alcalde encargado Don Luis Mosquera, o con el fondo para pago de profesores del colegio Pacifico Cembranos, o por los $80.000.000.oo de sucres con que indemnizaron a cada familia de los muertos del Putumayo dichas familias no recibieron ni el 10% de este dinero, que saquen a la luz la crisis financiera de radio Sucumbios que declaro en déficit de $28.000.oo dólares el año pasado y para este año está proyectado más del doble, donde hay empleados que cobran hasta 2 sueldos la misma persona.
    Entonces podríamos creer que toda esta resistencia y show mediático es solo para esconder el enorme desfalco en el Vicariato de Sucumbios que ha dejado el anciano Monseñor Gonzalo y sus seguidores?
    Cual es la verdad, por que la resistencia a la nueva administración? será acaso por que no podían dar cuentas de los miles de dólares y euros en donaciones del extranjero.
    Por amor a Dios déjennos a los Católicos de Sucumbios, comenzar una nueva era, o es que acaso no han entendido que ya no queremos, nada que tenga que ver con la administración de Monseñor Gonzalo.

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