miércoles, 27 de julio de 2011

Nuevas contradicciones en las filas de Isamis

El Padre Pedro Pierre, adicto de Isamis, escribe barbaridades en un artículo publicado el 26 de julio bajo el título Contradicciones al comentar las fiestas de Guayaquil conmemorativas de la independencia. Para él, el encuentro entre la cultura europea y la americana fue desastroso y lo califica como “invasión europea saqueadora y deshumanizadora”. Después de sus diatribas contra valientes, héroes y santos que nos trajeron el Evangelio (es evidente que los excesos que hubo no fueron, ni de lejos, la nota tónica del descubrimiento y evangelización americana) celebra que “recién comenzamos a zafarnos”; se entiende de la fe y de la cultura venidas de Europa. Zafarnos para el Padre Pierre ¿significa tender y volver al primitivo sistema tribal y pagano del que salimos?

La Iglesia en América, llena de gozo por la fe recibida y dando gracias a Cristo por este inmenso don, ha celebrado hace poco el quinto centenario del comienzo de la predicación del Evangelio en sus tierras. Esta conmemoración ayudó a los católicos americanos a ser más conscientes del deseo de Cristo de encontrarse con los habitantes del llamado Nuevo Mundo para incorporarlos a su Iglesia y hacerse presente de este modo en la historia del Continente. La evangelización de América no es sólo un don del Señor, sino también fuente de nuevas responsabilidades. Gracias a la acción de los evangelizadores a lo largo y ancho de todo el Continente han nacido de la Iglesia y del Espíritu innumerables hijos. En sus corazones, tanto en el pasado como en el presente, continúan resonando las palabras del Apóstol: « Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! » (1 Co 9, 16). Este deber se funda en el mandato del Señor resucitado a los Apóstoles antes de su Ascensión al cielo: « Proclamad la Buena Nueva a toda la creación » (Mc 16, 15).” Juan pablo II, Ecclesia in America 22/01/99.

A propósito de la gesta evangelizadora Juan Pablo II había ya declarado en Santo Domingo, en su Visita Apostólica de 1992, que la Iglesia "quiere celebrar este V Centenario con la humildad de la verdad, sin triunfalismos ni falsos pudores, mirando sólo la verdad, para dar gracias a Dios por los aciertos, y sacar del error motivos para proyectarse renovada hacia el futuro".

No es así que el Padre Pierre celebra el providencial encuentro de culturas. Solo ve lo negativo y profesa un desprecio y hasta un odio a la Iglesia, a la civilización, al Evangelio, a la Cruz y a la espada, todo dentro del mismo saco. Lo que fue una riqueza en ese encuentro de culturas es para él “sistemas de muerte”, algo que “nos destruye y nos divide”. Para el Padre Pierre “la cultura milenaria, la nobleza genuina y la valentía reconocida” pertenece solo de los nativos y no de los llegados, y eso sin matices. ¡Pero qué exageración!

Todo lo que es exagerado no tiene relevancia. Irrelevantes es esta opinión excesivamente radical. No obstante, merece ser comentada y por eso la estampamos aquí.

Es curioso que ese mismo ánimo exacerbado y parcial es el que mostraron los de Isamis en Sucumbíos contra los nuevos misioneros heraldos que llegaron a la provincia trayendo el Evangelio, los sacramentos, la dimensión sobrenatural de nuestra fe. Y eso que la mayoría de ellos eran ecuatorianos y latinoamericanos, no como él y los seis carmelitas, que son venidos de Europa. Si de contradicciones se trata, pues ¡qué contradicción!

¿Cómo se explica que un sacerdote desentone tanto con la fe católica y rompa la comunión con el Papa y con el sentir de la Iglesia?

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