La referencia a Aparecida para la constitución de comunidades eclesiales de base es un caballo de batalla de Isamis.
El Documento de Aparecida se refiere a las Comunidades Eclesiales, ya sea para definirlas y trazarles el perfil debido, ya para lamentar las desviaciones habidas. Los de Isamis, que se jactan permanentemente de seguir piamente a Aparecida, en realidad no lo siguen y lo deturpan. Un análisis sereno del Documento y de las realizaciones de Isamis nos ilustran sobre la realidad de las cosas.
Es bueno saber que el Documento de Aparecida hace varias referencias a la noción de Comunidad Eclesial (en concreto unas 26 referencias); pero también hay muchísimas referencias, sencillamente, a la Comunidad, o a la Comunidad Cristiana, o a la Comunidad de Discípulos, o a la Pequeña Comunidad, comunidad educativa, etc. Las referencias a las “Comunidades Eclesiales”, esto es importante, salvo en poquísimos casos que son tan solo cinco, no se refieren a las “Comunidades Eclesiales de Base” o CEBS.
A seguir, vamos a citar y a comentar brevemente, aplicadas a nuestra realidad del Vicariato, todas las referencias del Documento de Aparecida a las Comunidades Eclesiales:
99c. (hablando de los ministerios confiados a los laicos, saluda a los “animadores de asamblea y de pequeñas comunidades, entre ellas las comunidades eclesiales de base, los movimientos eclesiales y un gran número de pastorales específicas”. Por lo tanto las CEBS se equiparan a los movimientos (los carismáticos, por ejemplo) y a las pastorales; no son la única opción, como definió Monseñor Gonzalo.
99e. “Constatase en algunos lugares un florecimiento de comunidades eclesiales de base, según el criterio de las Conferencias Generales anteriores, en comunión con los Obispos y fieles al Magisterio de la Iglesia. Se valoriza la presencia y el crecimiento de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades que difunden su riqueza (…)”. Una vez más, las CEBS se valoran juntamente con los movimientos y las nuevas comunidades y con la condición de que estén en comunión con los Obispos fieles al Magisterio de la Iglesia. En Isamis se subestiman los movimientos y nuevas comunidades y no están en comunión con el Magisterio de la Iglesia.
119. Hablando de la familia y de la crisis por que atraviesa, dice: “Muchos vacíos del hogar pueden ser atenuados a través de servicios prestados por la comunidad eclesial, familia de familias”. Aquí es notorio que no se refiere a las CEBS.
156. Hablando de la importancia de la comunión y de la nocividad de las espiritualidades individualistas, dice: “Afirmamos que la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial y ella nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia Católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos conduce a la comunión” (DI3). Por lo tanto, decimos nosotros, La “comunidad eclesial” no es otra que la Iglesia Católica. No es una secta aparte, no es una ong, no es un sindicato, no es una organización social o popular.
170. “Entre las comunidades eclesiales, en las cuales viven y se forman los discípulos y misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias, células vivas de la Iglesia”. Las parroquias, comentamos nosotros, que no existían en Isamis…
178. Este tópico hace referencia a la buena labor de las Comunidades Eclesiales de Base en “algunas iglesias de América Latina” constatados por la Conferencia de Puebla que también… “constató que no han faltado miembros de comunidades o comunidades enteras que, atraídas por instituciones puramente laicas o radicalizadas ideológicamente, fueron perdiendo el sentido eclesial”. ¿No parece aplicarse esta amarga constatación a Sucumbíos? Para nosotros es clarísimo.
179. Este tópico define lo que debe ser una Comunidad Eclesial de Base valorando la Palabra, comprometiéndose en la evangelización y opción preferencial por los pobres, siendo semilla de servicio y ministerios, y agrega: “Actuando de esa forma, juntamente con los grupos parroquiales, asociaciones y movimientos eclesiales, pueden contribuir para revitalizar las parroquias, haciendo de ellas una comunidad de comunidades. En su esfuerzo de corresponder a los desafíos de los tiempos actuales, las comunidades eclesiales de base tendrán el cuidado de no alterar el tesoro precioso de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia”. Nada de esto ha hecho isamis, muy por el contrario: actuaron junto a grupos políticos y sociales y no a “asociaciones y movimientos eclesiales”, sin revitalizar las parroquias y alterando completamente el tesoro de la Tradición y del Magisterio.
180. “Junto con las comunidades eclesiales de base, existen otras formas válidas de pequeñas comunidades, inclusive redes de comunidades, de movimientos, grupos de vida, de oración y de reflexión de la palabra de Dios”. Las CEBS, como dijimos, no son exclusivas ni excluyentes. En Sucumbíos no se aplicó este ítem.
204. “Dentro del territorio parroquial, la familia es la primera y la más básica comunidad eclesial”. Esto no se considera así en Isamis, donde no hay cariño por la iglesia doméstica (la familia), no se promueve la unión de los esposos a través del sacramento del matrimonio, la formación, la defensa de la vida, la denuncia del aborto, etc. Nada de eso.
205. Hablando de los diáconos permanentes, dice que, entre otras cosas, “deben acompañar la formación de nuevas comunidades eclesiales, especialmente en las fronteras geográficas y culturales donde ordinariamente no llega la acción evangelizadora de la Iglesia”. Nos preguntamos: ¿Eso han hecho nuestros diáconos permanentes? No parece.
214. “Es una señal de esperanza el fortalecimiento de varias asociaciones laicales, movimientos apostólicos eclesiales y caminos de formación cristiana, comunidades eclesiales y nuevas comunidades, que deben ser apoyadas por los pastores. (…) En las últimas décadas, varias asociaciones y movimientos apostólicos laicos desarrollaron un fuerte protagonismo…”. En Isamis no fue así. Solo ellos, ellos y ellos.
226. “En nuestra Iglesia tenemos que reforzar cuatro ejes: la experiencia religiosa (…), la vivencia comunitaria (…), la formación bíblico-doctrinal (…), el compromiso misionero de toda la comunidad (…)”. En Isamis se descuidó todo esto; se hizo, es verdad, hincapié en la “vivencia comunitaria” pero solo entre ellos, sin el cuidado de buscar y de atraer a los no practicantes, a los de otras religiones. Ni se diga que poco o nada de experiencia religiosa ni de formación doctrinal…
227 y 236: se refieren al diálogo ecuménico y al empeño con otras comunidades no católicas. El objetivo es “que sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Y para que también ellos estén en nosotros a fin de que el mundo crea que tú me enviaste”. Por lo tanto no es para conocer y salvaguardar las culturas, costumbres y los ritos paganos, como hacen los de Isamis. Es para convertir.
275. Reconoce, sin especificar fechas, lugares y personas, el testimonio de tantos valientes y hasta mártires que han dado “ejemplo de vida y santidad” y estimula a “imitar sus virtudes”… “Con la pasión de su amor a Jesucristo fueron miembros activos y misioneros en su comunidad eclesial (…)”. Estos reconocimientos y elogios del Documento de Aparecida es a los valientes, santos y hasta mártires que se destacaron en su “comunidad eclesial”, no en las CEBS… En su parroquia, en su movimiento, en su grupo de oración, en su familia…
286. “Son muchos los cristianos que no participan en la Eucaristía dominical ni reciben con regularidad los sacramentos ni se insieren activamente en la comunidad eclesial (…) Ese fenómeno nos desafía profundamente a imaginar y organizar nuevas formas de aproximarnos de ellos para ayudarlos a valorizar el sentido de la vida sacramental, de la participación comunitaria y del compromiso ciudadano (…)”. ¿Qué imaginaron y organizaron los de Isamis para favorecer la Eucaristía dominical, la regularidad de los sacramentos y el sentido de la vida sacramental? Al contrario, descuidaron eso y lo criticaron e impidieron abiertamente cuando otros (los hermanos heraldos) quisieron promoverlo. A su manera, sí desarrollaron un “compromiso ciudadano”, pero más laico y político que espiritual y sanamente social.
289. “Sentimos la urgencia de desenvolver en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el kerigma y que, guiado por la Palabra de Dios, conduzca a un encuentro personal, cada vez mayor, con Jesucristo (…) que lleve a la conversión, al seguimiento en una comunidad eclesial y a la madurez de la fe en la práctica de los sacramentos, del servicio y de la misión”. Este no es el itinerario que han hecho las pocas, escuálidas y mediocres CEBS que funcionaron o funcionan en Sucumbíos. Es una constatación que todos pueden hacer.
292. “Como características de discípulo (…) destacamos: que él tenga como centro la persona de Jesucristo (…) que tenga espíritu de oración, sea amante de la palabra, practique la confesión frecuente y participe de la Eucaristía; que se insiera cordialmente en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso misionero”. Sinceramente, en Sucumbíos, al menos en los últimos años, no hemos conocido esto.
307. 309. 310. Hablando de los lugares de formación para los discípulos misioneros, indica primero la familia, “primera escuela de la fe”, segundo las parroquias “células vivas de la Iglesia”, en tercer lugar “las pequeñas comunidades eclesiales” (…) “medio privilegiado para la Nueva Evangelización” y “en plena comunión de vida e ideales con la Iglesia local, especialmente con la comunidad parroquial”, destacando que las comunidades son “fuente segura de vocaciones al sacerdocio”. En cuarto lugar, movimientos eclesiales y nuevas comunidades, en quinto lugar Seminarios y casas de formación y los centros educativos. Constatamos que en Isamis se descuidó la familia, la parroquia, las vocaciones. ¿Cuántos sacerdotes en 40 años? ¿Cuántos verdaderos misioneros comprometidos (es decir, santos, amantes dela Eucaristía, de la pobreza, dedicados a los demás) ¿Cuántos movimientos y comunidades? ¿Las llamadas COIM, con cuatro o cinco miembros? ¿Y los intentos fracasados y confesados de montar un seminario? Un mes antes de irse Mons. Gonzalo “fundó” un seminario que deja tanto a desear y que se apronta para cerrar sus puertas. La educación, en cambio, ha funcionado bien porque está fuera del control de Isamis ¡Bravo a los Hermanos Maristas, a los de la Sagrada Familia -SAFA, a las Hermanas de la Divina Providencia, a otros religiosos/as y educadores/as que dejaron en Vicariato por la incompatibilidad con Isamis.
368. 370. Hablando de la conversión, el Documento de Aparecida nos dice: “Hoy, más que nunca, el testimonio de la comunión eclesial y de la santidad son una urgencia pastoral”, las comunidades deben ser también una “escuela permanente de comunión misionera”.
374. hablando de la misión ad gentes señala cuatro señales: “a) La presencia de valores del Reino de Dios en las culturas, recreándolas a partir de dentro para transformar las situaciones anti-evangélicas. b) los esfuerzos de hombres y mujeres que encuentran en sus creencias religiosas el impulso para su compromiso histórico. c) El nacimiento de la comunidad eclesial. d) el testimonio de personas y comunidades que anuncian a Jesucristo con la santidad de sus vidas.
446. “Delante de esos desafíos y amenazas sugerimos algunas líneas de acción: a) Renovar, en estrecho unión con la familia, de manera eficaz y realista, la opción preferencial por los jóvenes, en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, dando nuevo impulso a la pastoral de la Juventud en las comunidades eclesiales (diócesis, parroquias, movimientos, etc).”. La Pastoral Juvenil de Isamis se arrastra; ¿dónde están los jóvenes comprometidos con la Iglesia de Isamis? Los heraldos, en cambios, comenzaron a motivar y a comprometer a muchos jóvenes de ambos sexos.
545. El Documento se refiere a la necesidad de crear un fondo de solidaridad entre las iglesias de América Latina para ayudar a la misión evangelizadora, ya que “existen comunidades eclesiales que carecen de los medios necesarios” (…). “Comunidades eclesiales” en sentido lato, no se refiere específicamente a las CEBS.
CONCLUSION:
En Isamis no solo no se dieron las deseadas Comunidades Eclesiales de que tanto se jactan, sino que se trabajó en sentido opuesto a lo que establece Aparecida. Para los que piensen ser una exageración lo que decimos, además de analizar los hechos sucedidos en Sucumbíos, por lo menos desde la Conferencia de Aparecida (para no hablar de los 40 años), que apliquen la recomendación evangélica y conozcan el árbol por sus frutos.
Y para los que dicen que solo mentimos, difamamos, calumniamos, ofendemos, criticamos, conspiramos, etc., pues no hay nada que hacer, a no ser orar por ellos.
Creemos que es oportuno concluir este análisis transcribiendo la carta de S. S. Benedicto XVI dirigida a los Obispos del continente autorizando la publicación del Documento Final. Queremos así homenajear al Santo Padre que tanto nos orienta y nos quiere:
El 13 de mayo pasado, a los pies de la Santísima Virgen Nuestra Señora Aparecida, en el Brasil, inauguré con gran alegría la V Conferencia General del Episcopado Latino Americano y del Caribe.
Conservo viva y grata el recuerdo de ese encuentro en el cual estuve unido a Ustedes en el mismo afecto por sus queridos pueblos y en la misma solicitud por ayudarlos a ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que en ellos tengan vida.
Al mismo tiempo que expreso mi reconocimiento por el amor a Cristo y a la Iglesia, y por el espíritu de comunión que caracterizó la Conferencia General, autorizo la publicación del Documento Conclusivo, pidiendo al Señor que, en comunión con la Santa Sede y con el debido respeto por la responsabilidad de cada Obispo en su propia Iglesia local, él sea luz y aliento para un rico trabajo pastoral y evangelizador en los años venideros.
En este documento hay numerosas y oportunas indicaciones pastorales, motivadas por ricas reflexiones a la luz de la fe y del actual contexto social. Entre otras, leí con particular aprecio las palabras que exhortan a dar prioridad a la Eucaristía y a la santificación del Día del Señor en los programas pastorales (cf. n° 251-252), así como las que expresan el deseo de reforzar la formación cristiana a los fieles, en general, y de los agentes de pastoral, en particular. En ese sentido, para mí fue motivo de alegría conocer el deseo de realizar una “Misión Continental” que las Conferencias Episcopales y cada diócesis son llamadas a estudiar y a realizar, convocando para eso a las fuerzas vivas, de modo que, caminando a partir de Cristo, se busque su rostro (cf. Novo millenio ineunte, 29).
Al mismo tiempo que invoco la protección de la Santísima Virgen en su advocación de Aparecida, Patrona del Brasil, y también en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América y Estrella de la Evangelización, con afecto invoco sobre ustedes la Bendición Apostólica.
Vaticano, 29 de junio de 2007, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.
Benedicto XVI
Nota final: es significativo que el Documento de Aparecida no habla de la Teología de la Liberación.
La Teología de la Liberación habría nacido al impulso de Medellín, en Puebla Juan Pablo II alertó contra sus derivas, a partir de Santo Domingo perdió definitivamente su impulso y en Aparecida ya es inexistente. Esa es la realidad del Magisterio latinoamericano a respecto de la teología de la Liberación. ¿Por qué Isamis miente y engaña?
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