Nueva Loja, 12 de octubre de 2011- Sucumbíos Información.- El Cardenal Mauro Piacenza, ha hecho recientemente interesantes declaraciones en los Estados Unidos. El Card. Piacenza es el Prefecto de la Congregación del Clero; junto al Papa, es el encargado de promover iniciativas para la santidad y la formación del clero, sacerdotes diocesanos y diáconos. Reproducimos algunas de las opiniones que vertió sobre la necesaria reforma del clero y de la Iglesia. El tema nos interesa muchísimo:
¿La reforma del clero? Es lo que invoco desde cuando era seminarista y luego un joven sacerdote (hablo de los años 1968 -1969) y me colma de alegría escuchar cómo el Santo Padre invoca continuamente tal reforma como una de las más urgentes y necesarias en la Iglesia. ¡Pero recordemos que la reforma de la que se habla no es "mundana" sino católica!
Creo que, en una síntesis extrema, se puede decir que el Papa valora mucho un clero cierto y humildemente orgulloso de la propia identidad, completamente ensimismado con el don de gracia recibido y por el cual, consiguientemente, es clara la distinción entre "Reino de Dios" y mundo. Un clero no secularizado, que no sucumbe a las modas pasajeras ni a las costumbres del mundo.
Un clero que reconozca, viva y proponga el primado de Dios y, de tal primado, sepa hacer descender todas las consecuencias. Más simplemente la reforma consiste en ser lo que debemos ser y buscar cada día llegar a ser lo que somos. Se trata entonces de no confiar tanto en las estructuras, en las programaciones humanas, sino y sobre todo en la fuerza del Espíritu.
(…) Si el gran evento del Concilio Ecuménico Vaticano II ha sido un viento del Espíritu que ha entrado por las ventanas abiertas de la Iglesia al mundo, es necesario reconocer que, con el Espíritu, ha entrado también no poco viento mundano, se ha generado una corriente y las hojas han volado por los aires. Hay de todo, nada se ha perdido, sin embargo es necesario, con paciencia, volver a poner orden.
Se pone orden afirmando sobre todo y con fuerza el primado de Cristo Resucitado, presente en la Eucaristía. Hay una gran batalla pacífica por hacer y es la de la Adoración eucarística perpetua, para que todo el mundo haga parte de una red de oración que, unida al Santo Rosario, vivido como rumia de los misterios salvíficos de Cristo, junto a María, generen y desarrollen un movimiento de reparación y penetración.
Sueño con un tiempo cercano en el que no exista diócesis en la que no haya una iglesia o al menos una capilla en la que día y noche se adore al Amor sacramentado. ¡El Amor debe ser amado! En cada diócesis, y mejor si también en cada ciudad y pueblo, deben haber manos alzadas al cielo para implorar una lluvia de misericordia sobre todos, cercanos y lejanos, y entonces todo cambiaría. Los Ángeles, 11 de octubre 1011 (ACI/EWTN Noticias).
¿Qué tal? Materia para meditar, especialmente por nuestros “diocesanos” los padres Pablo Torres, Edgar Pinos y Raúl Usca.
El camino perdido lo pueden retomar, ahí están las pautas. Hay que “volver a poner orden”.
¡Ánimo! nunca será tarde y todos nos beneficiaríamos tanto…
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