Es muy curioso constatar que ciertas ovejas de Sucumbíos (“algunas ovejas”, dicen en su blogisamis2010; claro que no son la generalidad de las ovejas del Vicariato, esa maravillosa y sufrida grey) no tienen el perfil propio de ovejas como son la candidez, la inocencia, la docilidad, la pureza, virtudes que vivió el Señor y que le mereció el nombre de Cordero sin mancha.
“Algunas ovejas” en Sucumbíos tienen perfil de lobos y de zorras: agudizan su espíritu crítico, buscan a sus pastores (lo normal es que los pastores busquen a las ovejas y que estas les sigan y les reconozcan). Declaran que han estado mal enseñadas y mal acostumbradas por los pastores anteriores, que no son “las mejores ovejas” y que hasta pecan de soberbia. Llegan a decir que el nuevo pastor “contará con nuestro firme apoyo” pero si es de su gusto.
Y lo que definitivamente los desmarca como falsas ovejas, es la furia declarada contra los heraldos a quienes “combatimos y enfrentamos”, dicen con ufanía. Reconocen ahora su beligerancia, antes venían diciendo que eran víctimas y agredidos. Y describen a los tan pacíficos, cordiales y educados hermanos heraldos que todos conocimos como paramilitares, rígidos, sectarios, impositivos, prepotentes, luciendo capas, trono, cetro y corona… ¡Sí, todo eso dicen!
Si La Fontaine viviese encontraría tema para una fábula muy ingeniosa. Aunque si no la puliese bien, correría el riesgo de escribir una pesadilla.
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