lunes, 17 de octubre de 2011

Un cierto lenguaje “teologal” y “profético”

Así piensa Juan José Tamayo, un teólogo español del gusto de Isamis que se opone al magisterio de la Iglesia con aires de profeta de no se sabe qué Testamento. Es sacerdote, pero nada de vivir como tal; además es a favor de la ordenación de mujeres y de homosexuales. Y a favor de muchas otras cosas más.

Juan José Tamayo afirma que los dos últimos Papas, el beato Juan Pablo II y Benedicto XVI, felizmente reinante, han obrado contra el Concilio Vaticano II y “han hecho un giro de la Iglesia pueblo de Dios y comunidad de creyentes a la Iglesia jerárquico-piramidal, de la corresponsabilidad al gobierno autoritario, del pensamiento crítico al pensamiento único, de la autonomía de las realidades temporales a su sacralización, de la secularización al retorno de las religiones, de la autonomía de la Iglesia local a su control, de la jerarquía como servicio a la jerarquía como ejercicio de poder, de la teología como inteligencia de la fe en diálogo con otros saberes a la teología como glosa del Magisterio eclesiástico, de la ética de la responsabilidad al rigorismo moral, del diálogo multilateral al anatema. La beatificación de Juan Pablo II constituye, a mi juicio, una muestra más del paso que Benedicto XVI ha dado desde el neoconservadurismo al integrismo”.

Así, tal cual, es el lenguaje de los sacerdotes, religiosas y laicos de Isamis que conocimos en Sucumbíos (Ah! y de las laicas también; aquello de os/as o bien la arroba...).

Preguntamos: Por qué oponer cosas que se armonizan perfectamente y que se reclaman mutuamente como la comunidad y la jerarquía, la corresponsabilidad y la autoridad, el espíritu crítico y la firmeza en las creencias, el Evangelio con las cosas temporales, la sana laicidad con la práctica religiosa, la libertad de la iglesia local en sintonía con la disciplina necesaria, la jerarquía que sirve y que asume, al mismo tiempo, sus responsabilidades de gobierno. No es la teología la que glosa el magisterio sino lo contrario. La teología es una ciencia que se hace más bien de rodillas, no es un capricho altanero y subjetivo..., la ética es responsable precisamente porque se sustenta rigurosamente en la moral, el diálogo bien llevado debe contar con la exclusión de lo que no es sano ni bueno. A no ser que en ese llamado “dialogo multilateral” valga todo. Pero eso no sería un diálogo responsable, sería un temerario salto en el vacío. Creemos que se deben conservar las cosas buenas, sin que eso implique en un “neoconservadurismo” (?). Que se debe ser íntegro en la fe y en la conducta, sin que eso signifique un “integrismo”.

Llama la atención que en estos “católicos” de tipo Isamis o de avanzada –por llamarlos así- las palabras no tienen los significados precisos que siempre tuvieron, sino que tienen nuevos significados relativos y que evolucionan, según el interés del que las dice o escribe. Por ejemplo: autoridad significa abuso, magisterio es igual a tiranía y lógica y coherencia quiere decir fanatismo… o estupidez, según la ocasión.

Es un lenguaje muy peligroso. Por eso, nada como la fe, el magisterio, la jerarquía y la autoridad (benévola, servicial, que ampara, que es vigilante y que corrige y hasta puede llegar a condenar cuando las circunstancias lo exijan); nada como la autoridad, decíamos, para poner frenos al capricho de las ovejas que se salen tan fácilmente del redil para entrar en componendas con los lobos por los que acabarán siendo devoradas.

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