Un tal Padre Pedro Pierre, isamita irregular e itinerante, ha escrito un artículo en El Telégrafo (lo que ya nos habla de su orientación…) sobre una supuesta ley de cultos que se estaría gestando en nuestro país. Su artículo se llama “Ley de Cultos” y fue publicado el 5 de octubre.
En vez de interesarse por una eventual ley de cultos (no se trata de un proyecto formal de algún asambleísta sino de unas divagaciones de un diplomático llamado Pablo Villagómez), el Padre Pierre debería comenzar por someterse a las leyes existentes en la Iglesia a la que dice pertenecer: ponerse en orden con las leyes canónicas tanto en lo que se refiere a su ministerio específico, cuanto a lo que toca a la administración de sacramentos. Todo eso está pautado en la Iglesia que tiene un derecho propio al margen del cual funciona el Padre Pierre. Y eso, para no hablar de la ortodoxia doctrinal que él hiere con sus imprudentes escritos.
Como sabemos, católicos y evangélicos han manifestado su preocupación y oposición a dicho “proyecto” de ley. Tanto el actual Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (que el Padre Pierre detesta) cuanto el anterior Presidente, han cuestionado ese anteproyecto. En efecto, Monseñor Mario Ruiz llegó a declarar que “es fanático y pretende imponer una religión sin Dios”.
Pero el Padre Pierre obedece a otros presidentes…, a Rafael Correa, a quien parece secundarlo en sus ambiciones imperiales y gibelinas de interferir en asuntos religiosos que competen al ámbito estrictamente pastoral de la Iglesia Católica.
En vez de alegrarse con la proliferación de religiones y de ritos, bien como la emergencia de un laicismo mal concebido, el Padre Pierre debería, como sacerdote católico que es, dedicarse a la evangelización y conversión de las almas, pues para eso fue ordenado ministro por un Obispo en las manos de quien habría jurado obediencia… Y preocuparse por el crecimiento de lo que llama expresiones religiosas de ritos indígenas, negros, musulmanes y asiáticos, en vez de celebrar ese triste fenómeno.
Se diría que viendo la deriva y el fracaso de su ministerio -¿para qué vino de Francia al Ecuador?-, aboga ahora por un “cuadro legal que ubique a cada tradición religiosa”. ¿El Estado controlando la práctica religiosa? Eso es lo que sucedió en la Rusia soviética o en la Alemania hitlerista. Dios nos libre de que suceda lo mismo en el Ecuador.
Y que Dios nos libre también de sacerdotes trasnochados que no se renuevan a pesar de las tristes experiencias, en la Amazonía, entre otras…
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