El pastor con que sueñan los de Isamis no es precisamente el pastor que sueñan los fieles católicos de Sucumbíos. Tampoco parece ser un modelo calcado del Buen Pastor del que resaltan (en su nota del blog isamis2010) algunas características esenciales pero no otras que nos enseña San Pablo “es necesario que el obispo sea irreprochable (…), sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar” “que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro (….)”(1 Tim. 3). Y que, por supuesto, siga el ejemplo del Señor que “enseñaba con autoridad” (Lc. 4,31/Mc.1, 22). Con autoridad, sí.
Es verdad que no hay pecado en soñar. Pero en las circunstancias por las que está pasando nuestro Vicariato, mejor que soñar de ojos abiertos y con pretensiones impositivas y aires proféticos, hay que orar -y orar mucho. Después de orar, evaluar honestamente lo sucedido, renunciar a errores, enderezar desvíos, y renovar metas y cuadros (ideario y misioneros). No en vano se dice que la historia es maestra.
Nuestro deseo sería comentar y mostrar las incongruencias que vemos prácticamente en cada frase del artículo de isamis2010 sobre el pastor con que sueñan, pero sería interminable. Además equivaldría a un diálogo de sordos o a una polémica estéril, pues ellos, tan incluyentes y dialogantes, ignoran y desprecian a los que no son sus seguidores. En relación a éstos, se ponen en el papel de agresores o en el de agredidos, según les convenga. No representan ni respetan el sentir de nuestro pueblo.
“El Pastor con que sueña la Iglesia de Sucumbíos…”. Vemos en lo escrito y en las entrelineas, mucho resentimiento, una jactancia malsana, poca o ningún vislumbre de sumisión efectiva y afectiva al pastor que nos designarán y al cual queremos seguir y obedecer sin condiciones los católicos de Sucumbíos. Francamente, eso de sentenciar que “la autoridad es un ejercicio de identidad” es un eufemismo que desconoce los atributos de la autoridad y que sirve para justificar la contestación y la resistencia, artes en las que los de Isamis son maestros. En realidad, lo contrario es lo verdadero: la identidad del Pastor se demuestra en el buen ejercicio de la autoridad.
Dicen que el nuevo obispo encontrará en los sacerdotes, diáconos y religiosas de Isamis “excelentes colaboradores”. No fue lo que encontró el administrador anterior. Ah, es que no les gustó los hábitos y las botas del padrecito ya que no son apropiados para la Amazonía ecuatoriana…
Hablan de “comunión” en el tejido que tienen de organizaciones, comunidades, asambleas y consejos -estructuras ya obsoletas que no representan a los fieles y donde aparecen siempre las mismas caras; comunión con las demás iglesias (?), con las directivas de la CEE (ahora se acuerdan de eso y proclaman su sintonía con las normas de la Iglesia de Ecuador, cuando durante décadas han hecho y deshecho según sus criterios propios o importados). Y al final, oh sorpresa, ¡comunión con la Santa Sede! Efectivamente todo eso está en Aparecida, pero no está en Isamis, al menos hasta ahora no estaba…
Cuanto al perfil de Jesús que evocan para definir los trazos del pastor, además de “la escucha y la acogida” con que lo definen, sería bueno que agreguen a su repertorio otras citas Evangélicas. Por ejemplo la que nos propone la Iglesia en la liturgia del 20 de octubre: “¿Pensáis que he venido a traer la paz al mundo? No; he venido a traer la división” (Mt. 10, 34). Sería bueno también que incorporasen la escena de la expulsión de los mercaderes del templo, las denuncias contra los fariseos, y muchas otras. ¡Sean consecuentes! Les gusta ver a un Jesucristo atento y acogedor para con ellos y a un Jesucristo revolucionario y violento contra los que no son como ellos.
Desean que el nuevo Obispo sea “capaz de respetar la sana tradición de la iglesia de Sucumbíos (…)”. Esto parece una broma: oponer la tradición de la iglesia de Isamis, rebelde jovencita de corta experiencia no muy bien sucedida, a la de la Iglesia Católica, que tiene una tradición esplendorosa de dos mil años. Además si hablan de “sana” tradición, está implícito que hay en sus anales cosas no tan sanas… ¡si las hay!
Hay en todo esto un misterio difícil de descifrar: ¿Cómo explicar que después de tantas sacudidas y ocasiones que han tenido para reflexionar en los últimos meses, los de Isamis se obstinen en imaginar que son eco fiel del Concilio Vaticano II y de Aparecida y, por lo mismo, fermento para otras iglesias?
Pero hay algo de bueno que reconocer en el sueño que publicaron: esta vez no despotrican contra los hermanos heraldos ¿Será táctica o un cambio de fondo?
Concluyendo, nos preguntamos sinceramente si “el pastor con que sueña la Iglesia de Sucumbíos” no será un pastor heraldo. En efecto, los padres y misioneros heraldos nos hicieron mucho bien, los recordamos con cariño. En tan pocos meses consiguieron realizar muchas cosas que el pastor anterior no consiguió hacer en cuarenta años. Hablamos, claro está, de labor eclesial y de evangelización, no de política o de social o de otras cosas… reales o supuestas.
Que Dios nos libre de los sueños de Isamis que son verdaderas pesadillas.
http://sucumbiosinformacion.blogspot.com/
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