domingo, 8 de mayo de 2011

La Teología de la Liberación se bate en retirada

La política restauracionista iniciada por Juan Pablo II y continuada por Benedicto XVI va dando sus frutos. Cierto que lentamente pero en numerosos lugares ya apunta la primavera. Por ejemplo en Ecuador. Hay allí un vicariato apostólico, San Miguel de Sucumbíos, que había sido encomendado al carmelita español Gonzalo López Marañón en 1984. Cumplida la edad de la la renuncia se le aceptó ésta tras una no corta prórroga. Con lo que podría parecer que estábamos en una situación normal. Aunque no lo era. Al obispo se le impuso la rápida desaparición del vicariato y que regresara a España, cosa que no ha hecho hasta el momento pues sigue atrincherado en Ecuador. El relevo del carmelita español por un Heraldo del Evangelio como Administrador Apostólico suscitó la protesta de lo poco que queda de webs progresistas.
Hasta que todo el mundo se enteró de que López Marañón era un representante destacado de la teología de la liberación, secundado por seis carmelitas de su misma nacionalidad. Y desde entonces se sucedieron las noticias. Respaldo masivo del pueblo fiel a la nueva línea eclesial del vicariato. Fracaso retundo de la contramanifestación que se quiso oponer a la multitud que secundaba al administrador apostólico. Apoyo personal del `presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana al administrador apostólico y a los Heraldos. Y acabamos de enterarnos de dos noticias que vienen a confirmar lo que decimos.

La primera, que el presidente de la Conferencia Episcopal de Ecuador, el español Antonio Arregui Yarza, arzobispo de Guayaquil, del Opus Dei y firme sostenedor de los Heraldos, ha sido reelegido presidente `por otro trienio. Quedando bien claro con que línea está la mayoría del episcopado ecuatoriano. Y la segunda, también muy importante, que el superior general de los carmelitas, y todo hace suponer que convenientemente instruido por el Vaticano, retira de San Miguel de Sucumbíos, a los seis frailes que secundaban a López Marañón intentando dar política liberacionista en vez de religión. Y cuyo fracaso ha sido tal que nadie va a lamentar su marcha. El problema está en que, donde les manden, tampoco harán nada bueno y sí mucho malo.
Se van repitiendo afortunadamente, o gracias a Dios, sustituciones de obispos deplorables por otros de mucha mejor línea: Godayol, López Marañón, Uriarte… Por citar sólo españoles nefastos. Es triste que hayan esperado tanto pero nunca es tarde si la dicha es buena. Y hasta se ha despedido a obispos, últimamente a un congoleño y a un australiano, por disentir de la doctrina de la Iglesia. Seguro que ya más de uno habrá tomado nota por si él es el próximo. Y se las piensa antes de rebuznar. Que el miedo guarda la viña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario