¡No se vayan! ¡No se vayan! exclamaban en un mar de llantos los habitantes de Sucumbíos, con una mescla de lágrimas de tristeza y de indignación.
Un día inesperado, al final de la tarde, se vio discretamente que los Heraldos, hacían maletas para viajar a la ciudad de Quito, pocas personas percibieron, ya que ellos siempre humildes y respetuosos, al parecer no quisieron causar ninguna clase de bullicio en el sector, lo contrario, de manera calma y silenciosa se embarcaban rumbo a una reunión que tendrían en la capital del país.
Pero súbitamente la ciudadanía se enteró de este hecho y todos los feligreses de Nueva Loja mientras se iban enterando, salían corrieron de inmediato a las instalaciones de la Casa Diocesana, para apoyar a los Heraldos; pero todo fue en vano, pues una vez más se demostraba en ellos, la obediencia y la disciplina cumpliéndolas del modo más relevante posible, ya que ellos llegaron obedeciendo y al parecer partían de igual manera, un ejemplo más para nosotros.
Mientras tanto quienes llegaban se manifestaban con todo tipo de exclamaciones pidiendo que se queden, que no se vayan; todos con la incertidumbre de saber si regresaban o no.
“La fe se revivió aquí en Sucumbíos cuando llegaron los Heraldos, es el único pecado que cometieron, robarse el cariño, el aprecio, la estima de este pueblo de Sucumbíos” dijo sollozo e indignado, Royden España, un heroico feligrés, católico practicante, que además de estar encantado con la Iglesia Católica está también indignado por las injusticias que han sido víctimas la congregación Heraldos del Evangelio, también afirma: “lloro, pero de indignación, por la impotencia frente a la injusticia que están haciendo contra los padrecitos”


“Ustedes nos enseñaron a rezar y nos enseñaron a respetar y amar al Papa” afirmaba Doña Marujita, y continuaba “Nos enseñaron a frecuentar los sacramentos” “Ustedes nos enseñaron a querer a nuestra Iglesia Católica”
“¡No se vayan heraldos! ¿Qué será de nosotros?” decía la señora Mercedes Sarango.
“Se ha cometido la mayor injusticia en la historia de Sucumbíos” “porque eran buenos le hicieron todo esto” afirmaba enérgicamente el Sr. Francisco Vera.

El testimonio de quienes pudieron estar con ellos antes de subirse a los vehículos decía: “mientras nos bendecían, con mirar sereno y con leve sonriso se despidieron, apenas con un simple pero muy digno adiós”.
Al regresar de la caravana, entre lágrimas y cantos, el pueblo decidió espontáneamente hacer una caminata por toda Nueva Loja, que culminó con un rosario de rodillas, ocupando las principales calles de la ciudad. Este acto reunió alrededor de 2000 personas.
¡No se vayan! ¡Sucumbíos sí quiere a los Heraldos!
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no no no HASTA CUANDO NOS VAN HACER SUFRIR ESOS SIN VERGUENZAS .
ResponderEliminarREGRESEN QUEREMOS VERDADEROS SACERDOTES QUEREMOS SERPARTE DE LA VERDADERA IGLESIA CATOLICA Y YA NO DE ESE ASCO Y OSCURA SECTA....
VUELVAN ¡¡
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