viernes, 3 de junio de 2011

Comentario al artículo "LA BRÚJULA DE NUESTRA UTOPÍA" del grupo isamis-carmelta

En el blog Isamis2010 se publica hoy, 3 de junio, un artículo llamado “la brújula de nuestra utopía” firmado por la presidenta de la Federación de Mujeres de Sucumbíos. Se trata de una carta de agradecimiento a Monseñor Gonzalo López y a los carmelitas por su labor de cuarenta años. Agradecen el testimonio de vida del Vicario Apostólico y de los seis frailes carmelitas y los logros conseguidos en todo ese tiempo. Proclaman que su causa es “invencible, imparable…”. Aseguran que los Carmelitas “tienen a Sucumbíos en el corazón” y que se diferencian de los Heraldos, entre otras cosas, porque han estado “de paso”.

Bueno, dentro de la óptica “ ” que orienta la determinada “brújula” que los guía, se comprende que se escriban y declaren todas esas cosas; básicamente se trata de un mensaje enternecido de amor a la administración anterior (el modelo de iglesia de 40 años) y un mensaje de rechazo implacable a la nueva administración… de la cual no son capaces de ponderar los éxitos evidentes logrados en escasos meses, ni le dan tiempo para que produzca aún mejores frutos que vienen madurando. Apenas dicen, sin mayor explicación, que ésta (la nueva administración) ha preferido las “cifras” a la “calidad” (?).

En efecto, desde el primer día, la oposición y el descrédito se hizo sentir en relación la congregación enviada por la Santa Sede para suplantar a los Carmelitas y para “implantar” (no les gusta nada el término, por cierto, pero es la palabra empleada por el Prefecto de la Congregación de la Evangelización de los Pueblos) “de manera diferente todo el trabajo pastoral”. Sí, todo el trabajo pastoral, es decir, también la Pastoral social y la Pastoral de la mujer. Pero, en la subida autoestima que la Federación de Mujeres tiene y en su utópica relación con la Iglesia de los 40 años, jamás admitirán que han errado, pues su causa es “invencible, imparable”.

La señora Delia Malvay, muy empapada en reivindicaciones sociales y en asuntos temporales, parece que no se permitió relacionarse mucho con los nuevos misioneros. Aunque agradezca los sacramentos que recibió de los carmelitas y proteste por los sacramentos que posteriormente a la llegada de los Heraldos fueron “vendidos” y también… “regalados” (?), no consta para nada ni para nadie que ella sea una mujer piadosa o devota, a pesar de que ha firmado documentos como “coordinadora de Isamis”.

Se comprende, aunque no se justifica, la indisposición de esta señora y de la Federación de Mujeres en relación a los Heraldos del Evangelio, ya que fue divulgada en Sucumbíos una fábula tan absurda como mentirosa: que los Heraldos sostienen que las mujeres son impuras. Ese disparate del tamaño del Reventador o del Pichincha, jamás fue justificado con pruebas fehacientes: quién dijo eso, en qué lugar, en qué fecha, nada. Pero el rumor envenenó a las pobres mujeres de esa Federación.

Que sepa la Señora Malvay y los que tengan la paciencia de leer su carta que:

1)    Si no va a convocar una gran marcha para que vuelvan los carmelitas, actuará con mucha prudencia, pues es evidente no tienen gente para esa convocatoria, al contrario de los Heraldos, cuyos amigos juntan todos los días centenas y hasta miles de personas.

2)    El mejor homenaje que se le puede rendir al anciano ex Obispo de Sucumbíos es facilitar las cosas para que retorne cuanto antes a su país -a donde la Santa Sede le aconsejó oportunamente dirigirse- evitando los tristes protagonismos que ponen vinagre en las heridas abiertas (¿abiertas por quién?) y, además, perjudican su salud.

3)   Es bueno que las mujeres que acompañen a Mons. Gonzalo no se limiten solo a no comer (lo que les beneficiará la figura) sino que se empeñen también en rezar; el Santo Rosario, por ejemplo, o la coronilla de la Divina Misericordia, ya que estamos en el mes del Sagrado Corazón de Jesús.

4)   La actitud de diálogo presupone la disponibilidad de aceptar eventuales errores y de no considerarse infalible, “invencible, imparable…”. No se ve eso en su escrito. Y, sobre todo, se ve un ánimo excluyente y condenatorio hacia los que no piensan como ella. ¿Cómo hablar hipócritamente de diálogo?

Cuanto al llamado “conflicto”, él es prácticamente inexistente… a no ser en la cabeza de los pocos rebeldes de pretenden transformar un asunto específicamente eclesial en algo político y social. Este desvío que vemos hoy es la lección aprendida por la Federación de Mujeres de Sucumbíos de los venerables Frailes Carmelitas.

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