Ante tanta cosa que se escribe y se dice -¡torrentes de palabras!- sobre el Vicariato de San Miguel de Sucumbíos, sobre los excepcionales 40 años de modelo de Iglesia de Isamis o sobre el trompeteado ayuno del ex Obispo carmelita en parque público, meditemos lo que San Antonio de Padua dice en uno de sus sermones: “La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Cesen, por favor, las palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y por esto el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan solo. (…) En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras” (Liturgia de las Horas, tomo III, pág. 1477)
¡Basta de jactancia, de embustes, de profecías y de sueños falsos!
Que se reconozcan y rectifiquen errores. Los hechos hablan por sí.
Es significativo lo dice hoy Monseñor José Mario Ruiz navas en un artículo publicado en El Universo:
· Que no hay solo inocentes de un lado y culpables del otro,
· Que no se cuelen intereses partidistas,
· Que el ayuno de Mons. Gonzalo no aporta a la unidad y que no es un ejemplo,
· Que Cristo guía a su Iglesia a través de los Obispos presididos por el Papa,
· Que personas alejadas de la Iglesia no se atribuyan la representación de un grupo eclesial…
Meditemos lo que nos dice San Antonio en su sermón (hoy, en su día, 13 de junio) y, ocho siglos después, lo que publica en El Universo el insospechado Monseñor Ruiz…
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