Nos acaba de llegar un e-mail que nos pareció oportuno publicarlo. El grupo isamis-carmelita que según el testimonio de los moradores de Nueva Loja, siempre se caracterizado por no cumplir el octavo mandamiento (no creemos que esto sea norma de este grupo, no nos consta hasta ahora que exista una religión o alguna secta con este principio), ahora están pidiendo paz por todos partes, “eso nadie se las cree” se escucha por todos lados en la provincia, “algo están tramando, tenemos muchos testimonios demostrando que nunca hacen lo que prometen” también hay otros dichos menos comunes como este, “El ayuno de ellos (Isamis-carmelitas) es el ayuno del fariseo” y además muchos dicen: "La paz vendrá cuando regresen los Heraldos".
Por el momento dejemos a un lado estos testimonios y leamos la carta que nos envía una feligrés de la parroquia del Divino Niño:
Estimados amigos de Sucumbíos información
Les comento que hace un par de horas atrás entré a un blog donde una señora aún no conocía que los isamitas se tomaron violentamente la iglesia del Divino Niño en Nueva Loja. Me di cuenta que mucha gente no está enterada de las actitudes violentas que siempre ha tomado el grupo isamis carmelita. Por esa razón decidí enviarles también a ustedes esta respuesta, deseando que sea publicada si es para mayor gloria de Dios y en honor a la verdad:
Esto sucedió hace más ó menos 4 ó 5 meses atrás. El Padre Pablo Torres, diocesano de isamis, que es uno de los sacerdotes que está en rebeldía contra la Santa Sede, con unos diez sujetos agresivos se metieron a la iglesia del Divino Niño un poco antes del horario de una misa dominical, y al llegar el Padre Mauricio Galarza(sacerdote de la congregación Heraldos), que es el párroco, no lo dejaron entrar, hicieron una barrera humana, y cuando el Padre Mauricio pidió permiso para entrar, uno de ellos se le tiró encima para agredirlo físicamente, que si no hubiese sido por los parroquianos que inmediatamente salieron en defensa, acababan con el pobre sacerdote (sin contar los insultos y maltratos sicológico que continuaron haciendo).
Lo que más nos asombró fue la virtud de nuestro párroco, que después de todas estas agresiones recibidas, pidió con un sereno gesto que nadie reaccione, lo contrario pidió que no haya violencia, pidió insistentemente la paz y armonía.
Las autoridades no dijeron absolutamente nada (ni la gobernadora, ni el alcalde, ni la policía. Nadie intervino) y hasta ahora esta iglesia, que pertenece al Vicariato Apostólico de Sucumbíos, está tomada por este grupo de isamitas; a partir de ese momento el Padre Mauricio pasó a celebrar en un galpón del barrio. Pero ahora ni siquiera eso, porque en base a mentiras y calumnias de todo tipo, este grupito presionó al gobierno para que retiren a los sacerdotes de la congregación Heraldos del Evangelio que fueron enviados por el Papa.
Exigimos que se haga justicia en nuestra provincia, somos la Iglesia de Jesús y no un partido político. ¡Que se respete al Papa!
Saludos cordiales,
María A.
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